Publicada:
22-07-2013
Cristo Misionero del Padre
El padre Florentino
Lafuente Hernández, misionero comboniano español de
54 años de edad, es responsable de la parroquia Cristo Misionero del Padre,
ubicada en Chorrillos, en la periferia de Lima, Perú, en donde se realizan
actividades de pastoral e impacto social.
Estuve en el seminario diocesano de los 12 a los 20 años, y a esa
edad me cambié al postulantado de los misioneros combonianos,
congregación que me cautivó por su misión y su carisma, y conocí gracias a
que mi hermano ingresó en ella. Profesé en 1983 y estudié Teología en Roma;
fui ordenado en 1987 y estuve en España hasta 1989 en la animación misionera.
Llegué a Perú en ese mismo año, trabajé seis meses en la parroquia de los
Doce Apóstoles; luego estuve tres años en la sierra y posteriormente regresé
a esta parroquia.
Con los más pobres
En 1993 regresé a la parroquia de los Doce Apóstoles, que era muy
grande (atendía a más de 100 mil personas), era atendida por los combonianos desde 1970. En 1995 esta parroquia se dividió
en dos y se creó la de Cristo Misionero del Padre; me convertí en el vicario
parroquial. Los combonianos nos quedamos en la
parte más abandonada y humilde, pues ese es nuestro carisma.
De 1998 a 2005 volví a trabajar en la animación misionera en España
y asistí al año comboniano en México. El 10 de
octubre de 2005, llegué de nuevo a Perú y otra vez me enviaron a esta
parroquia y desde 2007 soy párroco. Pero la comunidad seguía creciendo, según
el censo oficial de población de 2007, otra vez habitaban casi 100 mil
personas. Por eso, en marzo pasado, el cardenal de Lima volvió a dividir la
parroquia, creando una nueva en la parte socialmente más alta. Nuevamente los combonianos nos quedamos con la parte más pobre y
sencilla, la de los «pueblos jóvenes»; calculamos que tenemos unos 60 mil
habitantes a nuestro cargo.
Esta parroquia está muy bien organizada porque desde los años 70 hay
un plan pastoral que se ha ido renovando y que guía todo el trabajo. El Plan
de Renovación Parroquial es internacional, católico y nos da pautas que se
reflejan en nuestra labor pastoral que tiene 14 áreas pastorales y está
dividido en 12 comunidades. Tenemos una organización que involucra a los
laicos comprometidos que se reúnen en enero con nosotros para preparar el
plan pastoral, a medio año para revisar lo que se ha vivido, y en diciembre
para hacer la evaluación. Además, todos los lunes nos reunimos con el consejo
parroquial, integrado por los representantes de las áreas pastorales y de las
12 comunidades.
La parroquia está formada por asentamientos populares de gente que
huía de la violencia del grupo terrorista Sendero Luminoso, o de la pobreza
de la sierra, o del hacinamiento en otras partes de Lima, y fue ubicándose en
los cerros de arena creando lo que primero se llamó «pueblos jóvenes». Poco a
poco fueron consiguiendo títulos de propiedad, servicios de agua, desagüe,
luz, teléfono, etcétera.
Actividades
Los laicos reciben formación permanente, especialmente durante el
verano: una semana para los agentes pastorales, cinco para los catequistas;
además, a lo largo del año, les damos charlas y talleres de espiritualidad en
el que participan aproximadamente 350 personas. También se realizan asambleas
parroquiales, encuentros matrimoniales y una especie de cursillos de
cristiandad.
Tenemos más de cien catequistas de las 12 comunidades, la mayoría
son jóvenes. El año pasado tuvimos alrededor de 500 primeras comuniones y
unas 300 confirmaciones; hay una rica vida sacramental en la parroquia, pero
también de participación de laicos que son quienes llevan adelante las tareas
de formación de los niños, jóvenes y adultos.
Contamos con más de cien pequeñas comunidades eclesiales a lo largo
de toda la parroquia. Se reúnen para reflexionar textos bíblicos y hacen un
compromiso para reflejar en su vida el Reino de Dios; queremos que sean el
germen de participación no solamente en la celebración o en la liturgia sino
en su pequeño barrio.
Perspectiva misionera
En esta parroquia buscamos que haya un sentido de ir más allá, de
ser solidarios con las personas que más lo necesitan. Hay un grupo de jóvenes
misioneros que cada año sale (en Pascua y Navidad) para ayudar a comunidades
de otros lugares. Contamos con un grupo de infancia misionera que se reúne
todas las semanas y participan a nivel nacional.
La participación de la gente en la economía de la parroquia es muy
clara, cada comunidad cubre sus propios gastos, mantienen la capilla y
aportan a la parroquia, incluso son solidarios con comunidades de la sierra y
otras zonas de Lima. Se ha generado mucha conciencia y solidaridad.
Tenemos una red llamada «Ayuda Fraterna» con la cual todos los
primeros domingos de cada mes se hace una colecta con la que se ayuda a los
más pobres. A través de un grupo de cooperación de Aguiluchos de España se
está haciendo una labor social muy fuerte, como con la construcción de casas
de madera, un centro de terapias para niños con necesidades especiales,
compra de pañales desechables, visitas médicas y psicológicas, defensoría de
niños y adolescentes.
Agradecimiento
Me siento muy bien y muy querido en Chorrillos. Mi sacerdocio tiene
sentido porque hay mucha gente involucrada en la parroquia; ellos hacen la
mayor parte del trabajo, pero necesitan de apoyo; muchas personas me
agradecen que esté aquí, que haya dejado mi país y tienen muestras de cariño
todos los días. El trabajo es arduo, pero siempre es muy agradable saber que
hay mucha gente que responde no solamente participando en la liturgia, sino
como grandes evangelizadores en su casa y en su trabajo. Doy gracias al Señor
y a estas personas con las que me ha tocado vivir estos años, que han sido
muy enriquecedores para mí y muy positivos para la parroquia.
Por: Claudia VILLALOBOS
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