«Los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él». Es lo que escribe el papa Francisco en su Mensaje para la V Jornada Mundial de los Pobres que se celebrará el 14 de noviembre sobre el tema: «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7)
En el texto, el Papa recuerda las críticas de Judas por el hecho de que una mujer derramara sobre su cabeza un perfume muy valioso, que valía unos 300 denarios, una suma -dice el apóstol traidor- que se podía dar a los pobres. En realidad, señala el evangelista Juan, «Esto no lo dijo porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía la bolsa del dinero en común, robaba de lo que echaban en ella» (12,5-6). Francisco subraya con fuerza: «quienes no reconocen a los pobres traicionan la enseñanza de Jesús y no pueden ser sus discípulos. Los pobres están en el centro del camino de la Iglesia».
El año pasado, además, se añadió otra plaga que produjo más pobres: la pandemia. Esta sigue tocando a las puertas de millones de personas y, cuando no trae consigo el sufrimiento y la muerte, es de todas maneras portadora de pobreza. «Algunos países, a causa de la pandemia, están sufriendo gravísimas consecuencias, de modo que las personas más vulnerables están privadas de los bienes de primera necesidad. Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro». En particular, «es urgente dar respuestas concretas a quienes padecen el desempleo, que golpea dramáticamente a muchos padres de familia, mujeres y jóvenes». Se necesitan solidaridad y proyectos de promoción humana a largo plazo.
El Papa advierte: «Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición. Sin embargo, la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo».
El llamamiento de Francisco es contundente: «se requiere un enfoque diferente de la pobreza. Es un reto que los gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva. Si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso. Con gran humildad deberíamos confesar que en lo referente a los pobres somos a menudo incompetentes. Se habla de ellos en abstracto, nos detenemos en las estadísticas y se piensa en provocar conmoción con algún documental. La pobreza, por el contrario, debería suscitar una planificación creativa».
Lo que dice Jesús: «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7) -afirma el Papa- «es una invitación a no perder nunca de vista la oportunidad que se ofrece de hacer el bien, pero no se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres». De hecho, «la limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia».
Fuente de la nota: Vatican News.