Un corazón abierto, una escucha verdadera, una sonrisa transparente: tres aspectos esenciales para «celebrar la fiesta» y alegrarse con quienes están lejos y se arrepienten, mencionados por el Santo Padre al reflexionar sobre el Evangelio de este domingo: la parábola del hijo pródigo. «Quien tiene un corazón sintonizado con Dios, cuando ve el arrepentimiento de una persona, por graves que hayan sido sus errores, se alegra», remarcó el Pontífice.