La revista de Missio Italia, las Obras Misionales Pontificias italianas, Popoli e Missione, ha dado voz a quienes viven el día a día en Zambia, Sudán y Etiopía para comprender lo que está ocurriendo en el continente africano, pues el conflicto de Europa tiene consecuencia en el hambre en África.
De esta situación hablan Antonio Guarino, misionero comboniano en Zambia, un cooperante en Sudán y un salesiano en Etiopía. Explican que el problema de las repercusiones económicas de la guerra de Ucrania en África, se puede resumir en el bloqueo de las exportaciones de trigo ucraniano dirigidas a los países de Oriente Medio y el Norte de África, Egipto en primer lugar. También están amenazados Somalia y Sudán, país donde aún está en curso un conflicto interno.
«El África austral, subsahariana y meridional, son regiones todavía protegidas de una amenaza directa y coyuntural provocada por la guerra en Europa del este –explica al padre Guarino a Ilaria de Bonis, autora del reportaje-. Sin embargo, todo el continente depende mucho de las importaciones, no solo de trigo: estamos hablando de fertilizantes, combustibles, maquinaria agrícola e incluso petróleo». El efecto dominó es inevitable. El bloqueo de puertos en el Mar Negro es un problema para todos.
«Zambia no es una isla, es un país muy dependiente de las importaciones de combustible, fertilizantes de Rusia y maquinaria de diversa índole», escribe el analista Alexander Nkosi en Zambia Watchdog, un think tank local, citado varias veces por el misionero. El padre Guarino confirma que también hay ventajas inesperadas. Por ejemplo, la reanudación del comercio exterior de cobre, del cual Zambia fue en el pasado el mayor productor. «Parece que, después de este conflicto, los precios del cobre vuelven a subir y eso puede ser una ventaja para Zambia, que es un país en quiebra» y ha visto cómo muchas de sus minas de cobre se cerraban.
El mayor problema africano en este momento sigue siendo el relacionado con el bloqueo de cereales, ya que Ucrania tiene que satisfacer sus propias necesidades internas. Según Arab Reform Initiative, los países árabes (África del Norte y Oriente Medio), incluidos Líbano, Túnez, Jordania, Sudán y Marruecos, consumen unos 128,4 kg de trigo per cápita al año. Mientras que el resto del mundo consume solo 65,4.
«La guerra en Ucrania se siente mucho aquí –explica por teléfono un cooperante desde Jartum, Sudán, que prefiere permanecer anónimo–, tiene un impacto enorme en la seguridad alimentaria de las personas. Según los datos que tenemos esperamos un aumento del 10% en los casos de desnutrición en todo el país, 153 mil casos más para septiembre. Las causas hay que buscarlas en este conflicto, en la crisis económica y en las malas cosechas».
Involucrado en el efecto dominó de la guerra en Ucrania está, sin duda, Yemen, devastado por una guerra de más de ocho años. Yemen importa más del 40% de su trigo de Rusia y Ucrania. El centro de investigación Brookings de Washington, que acaba de publicar un informe sobre esto, escribe: «Es probable que la tragedia yemení empeore debido a la guerra rusa contra Ucrania».
Ambos países suministran «del 30 al 40 por ciento de todo el trigo que Yemen importa de occidente, y de los países del este el 95% de todos sus productos de primera necesidad. Los precios sin duda aumentarán: no solo los del trigo sino también los de los combustibles y los fertilizantes». Egipto (aliado histórico de Moscú, que se declaró «neutral» en el actual conflicto) también está pasando dificultades: el 85% de sus importaciones de trigo dependen de Rusia y Ucrania. El pan para Egipto es un alimento esencial, algo así como el arroz en China.
Un misionero salesiano en Etiopía, en cambio, habla de las alianzas perdidas en el país del Cuerno de África donde, a pesar de que el asunto haya desparecido de los grandes medios, el conflicto en Tigray continúa. «Aquí en Addis Abeba -escribe en un mensaje el sacerdote que prefiere permanecer en el anonimato- aún no se habla de aumento de los precios del trigo, pero seguro que tarde o temprano el tema estallará». El hecho es que en Etiopía, «la guerra interna con el Tigray aún no se ha resuelto: y hasta que eso se resuelva, para nosotros, todo lo demás pasa a un segundo plano». Sin embargo, hay que decir que Etiopía está abiertamente del lado de Rusia y China y el religioso pone de relieve una dinámica interesante: «Etiopía -dice- espera ayuda de estos dos países (uno de los cuales, sin embargo, está en medio de una ofensiva armada) y el gobierno de Addis Abeba está en conflicto abierto con Estados Unidos, debido a las severas críticas recibidas desde ese país por provocar el conflicto en Tigray». Y también por haber «frenado la ayuda humanitaria en la región sitiada de Tigray». Por tanto, se trata de una verdadera «trampa» geopolítica, que la prolongación del conflicto en Ucrania no hará más que empeorar.
Crédito de la nota: OMPRESS.