Las condiciones de vida de los refugiados siguen empeorando debido a las fuertes reducciones de las raciones alimentarias y al aumento de los precios. La hermana Laura Gemignani, misionera comboniana que trabaja en Kanawat, diócesis de Kotido en Karamoja, a 10 horas en coche de Kampala, confirma la precaria situación de cientos de miles de refugiados.
La misionera ha confirmado que las hermanas colaboran en Yoro, cerca de un campamento llamado Rhino kamp, donde cuidan a los niños que esperan poder entrar en el pueblo y hacer una mayor contribución a todos.
«Hay 130 mil desplazados, el 80% son mujeres y niños», explica la hermana Laura. «Nos estamos organizando para ir allí permanentemente, hemos encontrado agua, tenemos que construir la casa para las dos hermanas ugandesas y un centro de salud, con la esperanza de que lleguen fondos que también puedan destinarse a esta emergencia».
Uganda acoge a más refugiados que cualquier otra nación africana, con casi 1,5 millones de personas que huyen de conflictos en países como la República Democrática del Congo (RDC), Sudán del Sur y Somalia.
Ahora, debido a la grave emergencia alimentaria, muchos se plantean regresar a sus países de origen, ya que la escasez de fondos obliga al Programa Mundial de Alimentos (PMA) a recortar las raciones por tercera vez en los últimos tres años. Según las estimaciones oficiales, la última ronda de recortes afectará a los refugiados en octubre y llega después de las reducciones anteriores del 2020 y 2021.
La asistencia en los campos se divide entre ayuda en efectivo y ayuda alimentaria directa y ahora, con las recientes reducciones, todos los refugiados que reciben ayuda alimentaria disponen de menos del 40% de lo que el PMA denomina raciones básicas de supervivencia.
Como consecuencia, la falta de alimentos dificulta la asistencia de los niños a la escuela y su concentración durante las clases. Alrededor de 440 alumnos han abandonado los estudios este año, y los que asisten lo hacen sobre todo en época de exámenes o se marchan antes de que acabe la jornada para buscar comida.
Además, el mes pasado, la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) declaró que no podía proporcionar suficiente jabón a los refugiados ni equipar adecuadamente los centros de salud, que se encuentran en medio de un brote de ébola que hasta ahora ha cobrado la vida de 56 personas.
Los agentes humanitarios atribuyeron los últimos recortes a la respuesta a la emergencia por sequía en el Cuerno de África y a la guerra en Ucrania, que llevó a los donantes internacionales a reasignar los fondos de ayuda. Los recursos se vieron aún más mermados en 2022 por la inesperada llegada a Uganda de cientos de miles de refugiados procedentes de los países vecinos, entre ellos Sudán del Sur y la RDC, donde se está produciendo una escalada de la violencia debido al grupo armado conocido como Movimiento 23 de Marzo (M23), una fuerza rebelde congoleña reactivada recientemente en Kigali.
Crédito de la nota: Agencia Fides.