El pasado sábado, 17 de diciembre, era secuestrado un sacerdote, el padre Christopher Ogide, párroco adjunto de la Parroquia Maria Assumpta de Umuopara, diócesis de Umuahia, en el estado de Abia, al sur de Nigeria. Se trata del último de una larga lista. El secuestro tuvo lugar en la puerta de entrada de la casa parroquial.
Esta noticia de un nuevo secuestro de un sacerdote llega justo después de la liberación del padre Abraham Kunat, secuestrado el 8 de noviembre en St Mulumba, Kurmin Sara, en el estado de Kaduna, en el norte de Nigeria. El padre Kunat es párroco de la iglesia de San Bernardo, en Idon Gida, pero debido a la situación de inseguridad en la zona, el sacerdote residía en la parroquia de San Mulumba, donde fue secuestrado.
La explosión de secuestros es una auténtica lacra social en casi toda Nigeria, de norte a sur, y no sólo afecta a los sacerdotes. Precisamente en el estado de Abia, donde ha sido secuestrado el padre Ogide, la unidad policial antisecuestros ha desmantelado dos bandas de secuestradores transfronterizos, matando a cuatro de sus miembros y liberando a dos mujeres retenidas para pedir rescate.
El 29 de noviembre era liberado el padre Peter Abang Ochang y sus compañeros de la St Jude Society, que habían sido secuestrados el 24 de noviembre en una zona del estado de Nasarawa, cuando se dirigían a Abuja, la capital, para participar en algunas iniciativas eclesiásticas.
Unos días antes, el 15 de noviembre, era secuestrado el padre Cyril Okafor en el Centro de Adoración del Espíritu Santo, en Igboukwu, aunque se logró su liberación en solo 24 horas. En octubre le tocó al padre Joseph Igweagu, párroco de la parroquia de San José, en Abata Nsugbe. El día 12 era secuestrado cuando regresaba a la rectoría después de celebrar un funeral.
La Iglesia católica de Nigeria ha expresado su dolor por esta situación. Mons. Peter Nworie Chukwu, obispo de Abakaliki, señalaba su preocupación por el hecho de «que los sacerdotes se hayan convertido en objetivo de secuestradores y asesinos. A veces, los secuestran y acaban matándolos. Hemos perdido tantos sacerdotes en el norte, en el Cinturón Medio y también en el sureste y es preocupante, pero no me sorprende porque los sacerdotes y los profetas siempre son víctimas de persecución en la historia de la Iglesia».
Crédito de la nota: OMPRESS.