El conocido misionero en China, el padre Matteo Ricci, es el nuevo testigo misionero que el papa Francisco presentaba en la catequesis de la Audiencia General de hoy miércoles. Las últimas catequesis han sido dedicadas al celo evangelizador, presentando además figuras que supieron encarnarlo.
«Siguió siempre el camino del diálogo y de la amistad con todas las personas que encontraba, y eso le abrió muchas puertas al anuncio de la fe cristiana». Y esto, para el Papa, fue el secreto del padre Matteo Ricci, el jesuita originario de Macerata, en la región italiana de las Marcas, que llevó el Evangelio a China.
«Tras haber estudiado en colegios de los jesuitas y haber entrado él mismo en la Compañía de Jesús, entusiasmado con los informes de los misioneros, como muchos otros jóvenes compañeros, pidió ser enviado a las misiones del Lejano Oriente», explicaba el papa Francisco, rememorando su biografía: «Tras el intento de Francisco Javier, otros veinticinco jesuitas habían buscado en vano entrar en China. Pero Ricci y un hermano suyo se prepararon muy bien, estudiando detenidamente el idioma y las costumbres chinas, y finalmente lograron establecerse en el sur del país».
«Se necesitaron dieciocho años, con cuatro etapas a través de cuatro ciudades diferentes, antes de llegar a Pekín, que era el centro. Con constancia y paciencia, animado por una fe inquebrantable, Matteo Ricci supo superar las dificultades y peligros, desconfianzas y oposiciones. ¿Cuál fue el secreto? Siempre siguió el camino del diálogo y la amistad con todas las personas que encontraba, y eso le abrió muchas puertas para proclamar la fe cristiana».
Su primera obra en chino, ha recordado el Papa, fue precisamente un tratado «Sobre la amistad», que tuvo una gran resonancia: Ricci, «para encajar en la cultura y en la vida china, al principio se vestía como los monjes budistas, según la costumbre del país, pero luego comprendió que la mejor manera era asumir el estilo de vida y los vestidos de los literatos, como los profesores universitarios. Estudió en profundidad sus textos clásicos, para poder presentar el cristianismo en un diálogo positivo con su sabiduría confuciana y con los usos y costumbres de la sociedad china». Se trató, concluía, de «una actitud de inculturación».
«La fama de Ricci como hombre de ciencia no debe oscurecer la motivación más profunda de todos sus esfuerzos: el anuncio del Evangelio», añadía el papa Francisco. «Su excelente preparación científica suscitaba interés y admiración por parte de los hombres cultos, comenzando por su famoso mapamundi, el mapa del mundo entero entonces conocido, con los diferentes continentes, que reveló a los chinos por primera vez una realidad externa a China mucho más amplia de cuanto jamás habían pensado. Les muestra que el mundo es incluso más grande que China», subrayó el Papa.
«Pero también los conocimientos matemáticos y astronómicos de Ricci y de sus compañeros contribuyeron a un encuentro fecundo entre la cultura y la ciencia de Occidente y Oriente, que vivirá entonces uno de sus momentos más felices, en el signo del diálogo y la amistad. De hecho, la obra de Matteo Ricci nunca hubiera sido posible sin la colaboración de sus grandes amigos chinos, como el famoso ‘Doctor Pablo’ (Xu Guangqi) y el ‘Doctor León’ (Li Zhizao)».
La credibilidad obtenida con el diálogo científico le dio autoridad para proponer la verdad de la fe y de la moral cristiana, de la que habla en profundidad en sus principales obras chinas, como «El verdadero sentido del Señor de los cielos». Además, estos misioneros oraban: la oración es lo que alimenta la vida misionera.
«Además de la doctrina, es su testimonio de vida religiosa, de virtud y de oración, su caridad, su humildad y su total desinterés por honores y riquezas, lo que lleva a muchos de sus discípulos y amigos chinos a aceptar la fe católica», concluía el Papa en esta catequesis. «Porque vieron a un hombre tan inteligente, tan sabio y tan astuto para llevar las cosas adelante. ‘¡Lo que predica es verdad!’ Es una personalidad que da testimonio, que testimonia con su propia vida lo que anuncia». Y fuera del texto preparado ha comentado el Papa que «esta es la coherencia de los evangelizadores».
«Esto nos toca a todos nosotros cristianos, que somos evangelizadores. Podemos decir todas las cosas que creemos, pero si tu vida no es coherente con esto, no sirve para nada. Lo que atrae a la gente es la coherencia. ¡Nosotros cristianos vivimos lo que decimos, y no hacer que somos cristianos y vivir como mundanos! La fuerza más grande de estos misioneros es la coherencia».
Y concluía: «El espíritu y el método misionero de Matteo Ricci constituyen un modelo vivo y actual pero lo que es actual es la coherencia de vida, el testimonio de su vida como cristiano. Llevó el cristianismo a China. Es grande porque es un científico, es valiente, pero sobre todo es grande porque fue coherente con su vocación, con ese deseo de seguir a Jesucristo. Preguntémonos: ¿soy coherente o soy un poco así, así?».
Crédito de la nota: OMPRESS.