«He venido a asegurarles que estamos trabajando para llevar la paz a Kivu del Norte. Deben mantener la calma. Mano a mano, expulsaremos a los rebeldes ruandeses del M23 que nos atacan».
Así es como el general de división Peter Cirimwami, gobernador militar de Kivu Norte, ha querido tranquilizar a la población de Sake, el pueblo al norte de Goma asediado por los rebeldes del M23 que a principios de mes lanzaron una ofensiva en dirección a la capital de esta provincia del este de la República Democrática del Congo (RDC).
El gobernador militar, en su visita del domingo 11 de febrero, ha tomado nota de las protestas de la población local por la supuesta complicidad con el M23 de las fuerzas de la ONU (MONUSCO) desplegadas en la zona, acusadas de dejar pasar a las fuerzas rebeldes a través de las posiciones que controlan.
Y ha sido precisamente la actitud de la comunidad internacional ante la crisis de Kivu Norte la que ha provocado las protestas de los últimos días en la capital de la RDC, Kinshasa, donde el lunes 12 de febrero, las autoridades reforzaron las medidas de seguridad frente a las embajadas y las instalaciones de la ONU, que han sido blanco de los manifestantes.
El 10 de febrero, varios vehículos de embajadas y de la ONU fueron atacados por manifestantes. Las sedes diplomáticas asediadas fueron las de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, y después la de Polonia, tras unas declaraciones del Presidente polaco en apoyo de Ruanda.
Entre las medidas tomadas por la policía congoleña figura la prohibición de que los moto-taxis entren en el municipio de Gombe, el barrio de las embajadas de Kinshasa. Los moto-taxistas han sido protagonistas de protestas en los últimos días. Además, ya no se permite el acceso a Gombe a los vendedores ambulantes ni a los niños de la calle.
La población congoleña acusa a Ruanda de apoyar a los rebeldes del M23 incluso directamente con sus propias tropas. Esta sospecha se ve respaldada por un documento de la ONU según el cual «un supuesto misil tierra-aire de las Fuerzas de Defensa Ruandesas (RDF)» apuntó el 7 de febrero contra un dron de observación de la ONU sin alcanzarlo. El misil fue supuestamente disparado desde un vehículo blindado en una zona controlada por el M23.
«La inteligencia militar exterior francesa confirma que el vehículo blindado de tipo WZ551, equipado con un sistema de misiles tierra-aire, es ruandés», añade el informe retransmitido por la agencia de noticias AFP.
Por su parte el Consejo de Seguridad de la ONU expresó su preocupación por la «escalada de violencia» en el este de la RDC, condenando en un comunicado la ofensiva lanzada a principios de mes por los rebeldes del M23 cerca de Goma. Los miembros del Consejo «reiteran su condena a todos los grupos armados que operan en el país. Asimismo, expresan su preocupación por la escalada de violencia y las continuas tensiones en la región».
A finales de enero, los obispos de la RDC, Ruanda y Burundi manifestaron su profundo pesar por la persistencia de las malas relaciones entre sus países.
Crédito de la nota: Agencia Fides.