El Pontífice, al mencionar esta virtud, afirmó que pecamos a menudo contra ella, cuando nos sobresalen nostalgias malas, melancolías, cuando nos dejamos vencer por nuestros pecados, olvidando la misericordia de Dios. Cuando el amor de Dios deja de ser un fuego eterno y nos falta la valentía de tomar decisiones que nos comprometen para toda la vida. El Papa exaltó que el mundo de hoy tiene tanta necesidad de esta virtud cristiana, y de tanta paciencia, virtud que va de la mano de la esperanza.