El santo Allamano: Una gracia para África, donde maduran muchas vocaciones

El santo Allamano: Una gracia para África, donde maduran muchas vocaciones

El Superior de los Misioneros de la Consolata, el padre James Legarin expresa la alegría del Instituto por la próxima canonización del fundador. Los 900 religiosos dispersos en las fronteras de la nueva evangelización se comprometen prioritariamente en la educación y la promoción humana de grupos étnicos aún no plenamente integrados en las sociedades. Es el caso, por ejemplo, de los afrodescendientes, los pigmeos y los indígenas de América.

«Es un momento de gracia». Así comenta el padre keniano James Lengarin IMC, Superior General de los Misioneros de la Consolata, la noticia de la inminente canonización del fundador, el beato Giuseppe Allamano. Con 900 religiosos esparcidos por todo el mundo, con una media de edad de 53 años, la congregación fundada hace poco más de un siglo puede contar con muchos ancianos que, sin embargo, «todavía pueden hacer mucho», manteniendo el carisma de ir a las fronteras, con entusiasmo, dedicación y creatividad.

Ir «ad gentes»

El Superior nos responde desde Argentina: «Estaba en Colombia para la XIII Conferencia Regional con unos sesenta padres, cuando llegó la noticia: es una alegría inmensa porque hace tantos años que la esperamos. Es un momento de gracia». El padre Lengarin recuerda el origen de la creación de esta familia de consagrados: «Fuimos fundados sobre todo para los no cristianos. Nuestro fundador se inspiró mucho en la actividad misionera de los sacerdotes de Don Bosco. Para él, la mayor preocupación fue siempre ir a llevar el Evangelio a los que no conocen a Dios. Además, la promoción humana era un aspecto muy importante que él siempre destacaba.

Criado entre los salesianos, Allamano fue sacerdote a los 22 años y cultivó el sueño de ir a la misión, pero la mala salud no se lo permitió. A los 29 años, es enviado a dirigir el mayor santuario mariano de Turín, dedicado a Nuestra Señora de la Consolata, que restaura para devolverle su antiguo esplendor. Transmite el fuego de la misión a los jóvenes sacerdotes que, formados en la escuela rectoral, se preparan para zarpar hacia tierras lejanas. Así se sientan las bases del Instituto Misiones Consolata (IMC), que funda en 1901, estableciendo también, a petición de Pío X, una rama femenina con las Hermanas Misioneras de la Consolata (MC) en 1910. El milagro que conducirá a su canonización nos lleva de nuevo a Brasil, al Estado de Roraima, en plena selva amazónica, que sigue siendo uno de los destinos de su compromiso misionero desde 1948.

Cómo cambia la geografía de la misión

El padre James cuenta cómo con el tiempo, sobre todo desde finales de los años 90, la evangelización ha cambiado mucho. Y recuerda cuando, tras la primera parte de su formación en Inglaterra, llegó a Italia: «Eran tiempos difíciles porque habíamos sido formados para la misión “ad gentes” y la época nos exigía permanecer en misión en Europa, cosa que no esperábamos. Porque, nos decían, «ahora la misión está en todas partes». Al fin y al cabo, es evidente que es África la que hoy tiene tantas vocaciones y que los propios reservorios de vocaciones se han invertido casi por completo respecto a siglos pasados.

«Recuerdo que cuando entré en la congregación quería ir a la Amazonia, lo que más me atraía era trabajar con los indios. En cambio, me dijeron que debía quedarme en Italia. El entonces Superior me dijo que Italia era tierra de misión y que debía quedarme aquí. No dormí en toda la noche. Me enviaron al sur, cerca de Lecce, a Galatina». Cuenta que al principio los lugareños le miraban con recelo, alegando que no les gustaban las personas «que no conocían a Dios». Permaneció allí cinco años, y luego descubrió que la experiencia había sido inesperadamente hermosa y le había cambiado la vida.

Crecen las vocaciones de África

¿Cuánto cuentan los números? Cuentan, explica el padre Lengarin, porque cuando se puede contar con un número consistente de energías jóvenes se puede prever «abrir nuevos lugares de desafío». Menciona, por ejemplo, la condición de los afrodescendientes entre los que, señala, queda mucho por hacer porque generalmente «seguimos inclinados a no reconocer sus valores». Señala que en varias regiones aún no se han integrado plenamente: es el caso, por ejemplo, de Brasil, Colombia, Venezuela, Nicaragua.

En África, los pigmeos de la selva tropical del Congo están atrayendo mucho la atención de los Misioneros de la Consolata, que querrían trabajar más en su favor también para promover una activación sana y no traumática de los vínculos entre sus grupos cerrados y el resto de la sociedad. Precisamente de África, además, «prevemos que nazcan más vocaciones, si se sigue la tendencia actual, unas diez o veinte al año». Las prioridades apostólicas del Instituto siguen siendo los indígenas de América, los habitantes de la vasta región amazónica, los centros urbanos con parroquias y, actividad considerada fundamental, los centros educativos.

Crédito de la nota: Vatican News.