«Sigan rezando por Sudán para que esta guerra absurda y trágica llegue a su fin»: misioneras evacuadas

«Sigan rezando por Sudán para que esta guerra absurda y trágica llegue a su fin»: misioneras evacuadas

«El día que empezó la guerra en Jartum, el 15 de abril de 2023, teníamos los últimos exámenes del curso escolar. Hacia las 11 de la mañana, nos dimos cuenta de que había mucha gente en la puerta de la escuela que había venido a recoger a sus hijos. Reinaba el pánico. No sabíamos nada de lo que había ocurrido unas horas antes».

«Recogimos rápidamente los trabajos de clase y se llevaron a los niños inmediatamente, sin ni siquiera desayunar como de costumbre. Pero otros muchos se quedaron porque ninguna de sus familias vino a recogerlos. Así que nuestros dos profesores (el director de la escuela y su adjunto) los llevaron a casa en sus coches. Aquel día marcó el final del curso escolar 2023 y, a día de hoy, ninguna escuela ha podido abrir. Los niños están desperdigados por todas partes, por desgracia algunos de ellos han muerto, otros están heridos. Los combates lo han detenido todo».

La hermana Teresa Roszkowska es una de las cinco Hijas de María Auxiliadora (FMA) que han permanecido bloqueadas durante un año y cuatro meses, junto con un sacerdote salesiano de Don Bosco y veinte ciudadanos sursudaneses, en la misión de Dar Mariam, en Jartum, en una zona bajo el control de las Fuerzas Armadas de Sudán, rodeadas por las Rsf-Fuerzas de Apoyo Rápido desde el 15 de abril de 2023, día del golpe de estado.

El grupo fue puesto a salvo por las Fuerzas Armadas de Sudán el 5 de agosto de 2024, el mismo día del aniversario de la fundación del Instituto de las FMA.

La misionera, de paso por Italia antes de regresar a Polonia, su tierra natal, ha compartido con la Agencia Fides este largo período de sufrimiento que aún continúa en Jartum.

«Cuando empezó la guerra, no pensábamos que tendríamos que dejar nuestra misión. Éramos cinco hermanas, cuatro de la India y yo de Polonia. A finales de mayo, se nos unió un sacerdote salesiano de la India, director de nuestra escuela sudanesa. Los combates se acercaban cada vez más», señala la hermana Teresa.

«A causa de los constantes ráfagas de la RSF, muchas personas resultaron heridas, muchas murieron. Empezaron a llegar a nuestra escuela de Dar Mariam muchos pobres, personas sin hogar y madres con niños pequeños. Todavía teníamos comida de la escuela, sacos de alubias, lentejas, arroz, así que nos las arreglábamos para alimentar a todos los que venían, independientemente de su pertenencia religiosa. Muchos niños se quedaban con nosotros día y noche, y organizábamos clases para todos juntos».

«La edad de los niños que estaban con nosotros no superaba los 15 años, el más pequeño tenía 5 días. Quiero aclarar que trabajamos como una comunidad, no como individuos, y esta realidad nos ha tocado profundamente a todos sin distinción», subraya la hermana Teresa. «Es difícil poder describir la angustia que tenemos en nuestros corazones, pero nunca nos hemos desanimado y hemos seguido adelante todos juntos».

«Después, el 3 de noviembre de 2023, una bomba golpeó nuestra casa destruyéndola y, dos días después, el 5 de noviembre, otra bomba cayó sobre nuestra escuela, destruyéndola también. Gracias a Dios, nadie murió, solo algunos de nosotros resultaron heridos, pero no gravemente. Dios y la Virgen nos protegieron y nos salvaron. No podemos ni imaginar el daño que esta explosión podría haber causado. Estamos tan agradecidos hasta el día de hoy de que nuestro ejército SAF nos protegió y cuidó de nosotros. Con mucha frecuencia, los generales nos visitaban, trayendo comida, medicinas, y aquellos entre nosotros que estaban muy enfermos eran llevados a su hospital en Omdurman».

«En estos largos meses hemos permanecido aislados de todos y de todo. A nuestro alrededor, solo destrucción. Hasta que un día el general del ejército Nazruddin y su equipo nos regalaron Wi-Fi para poder usarlo. Sin embargo, desde mayo de 2023 ya no hemos tenido electricidad. Teníamos un generador y lo encendíamos cada dos días para bombear agua para nosotros y para todas las personas necesitadas que vivían a nuestro alrededor. El diésel se había agotado, y la ayuda del ejército nos permitió seguir adelante. La situación se volvía cada vez más difícil y, afortunadamente, nos proporcionaron paneles solares. Quiero aclarar –subraya la misionera– que ningún miembro de la RSF ha entrado nunca en nuestro complejo, hemos estado bien protegidos por el ejército SAF. Los soldados a menudo traían comida para nuestros niños y para todos nosotros. Sabemos que los soldados de la RSF, en otros lugares de Jartum, han destruido iglesias y saqueado. Han destruido grandes estatuas de la Virgen y de Jesús buscando dinero y oro en su interior. Han tomado los coches de la Iglesia, portátiles, computadoras, medicinas… destruyendo todo lo que no pudiesen llevarse».

«Cuando la situación estaba empeorando, nuestros superiores insistieron en que dejáramos el país, pero era imposible. Las carreteras estaban bloqueadas por los rebeldes. En la misión estábamos a salvo y decidimos que no nos moveríamos si nuestra gente no era evacuada con nosotros. Aceptaron y comenzó el proceso. Primero se había hecho un acuerdo con la Cruz Roja Internacional para evacuar a nuestros 112 miembros el 10 de diciembre de 2023, pero no se concretó. Luego, los líderes del SAF, el general Nuzrudin y el general Omer al Noaman (fallecido a principios de septiembre), nos visitaron y nos dijeron que estuviéramos listos porque solo nos avisarían dos horas antes de la evacuación. El 27 de julio de 2024 llegó la noticia de que alrededor de las nueve de la noche seríamos evacuados, primero solo nosotras, las hermanas y los sacerdotes, ya que éramos extranjeros. Al día siguiente, los demás, pero solo pocas personas estaban listas para ser evacuadas. Los demás, más de 50, se quedaron en Dar Mariam. Fue un momento terrible cuando tuvimos que irnos sin decir adiós porque nuestros niños ya dormían, nuestra pobre gente con la que habíamos vivido 16 meses. Solo algunas madres se dieron cuenta de que nos estábamos yendo. Nos llevaron en coche a oscuras hasta la orilla del río. Muchos soldados estaban con nosotras para ayudarnos. Todo se hizo en secreto. Había un gran barco en el que nos tumbamos para no ser vistas. Nos llevó unos 50 minutos llegar a Omdurman. Al llegar, de madrugada, encontramos coches listos para llevarnos a la casa de las monjas de Madre Teresa. En Omdurman, un militar responsable de nuestra seguridad compró comida para todos, llevó a algunos de nosotros al hospital para revisiones, proporcionó medicinas y todo lo que necesitábamos. Luego, el 6 de agosto nos llevó a Port Sudan, donde prepararon los documentos que necesitábamos».

«Para nuestra evacuación, también fueron fundamentales los Misioneros Combonianos en Sudán. Y aún ahora colaboran con nosotros para ayudar a nuestros pobres que se quedaron en la Misión Dar Mariam en Shajara, Jartum; son unos 70-80 adultos y casi 20 niños».

«Recientemente hemos sabido que nuestra gente que se quedó en Dar Mariam, en Shajara, ya no es tanta y que el general Nazrudin y otros los visitan regularmente, llevando mosquiteros y comida para ellos. ¡Sigan rezando por Sudán para que esta guerra insensata y trágica llegue a su fin y que Dios conceda el don de una paz duradera a toda la nación!» concluye la hermana Teresa.

Crédito de la nota: Agencia Fides.