El 5 de septiembre se conmemora el aniversario de la muerte de la santa de Calcuta, homenajeada por las Naciones Unidas con su aniversario anual. Ayuda y apoyo a las poblaciones de India y Pakistán devastadas por las inundaciones y a los refugiados en Camboya.
En India, el Día Internacional de la Caridad, proclamado por la ONU para el 5 de septiembre e inspirado en la labor de la Madre Teresa de Calcuta, se celebra con las labores de socorro para las víctimas de las inundaciones que devastaron el Punjab indio y los distritos de Cachemira.
«La gente está devastada, refugiándose en los tejados de sus casas, mientras todo a su alrededor está inundado. Todo se ha perdido: casas, cultivos, ganado», afirman los voluntarios de Cáritas que organizan las labores de socorro.
Una situación similar se observa al otro lado de la frontera, en el Punjab pakistaní, así como en otras provincias como Sindh y Khyber: más de dos millones de personas han sido desplazadas en todo el país, y los católicos se han movilizado para ofrecer ayuda en forma de refugio, alimento, protección y consuelo. Más al este, en Camboya, más de 30 mil personas de las provincias fronterizas con Tailandia permanecen en campos de refugiados, dependiendo de la ayuda humanitaria, tras la guerra que dividió a ambas naciones a partir de mediados de julio, a pesar de la tregua firmada en agosto.
Las comunidades cristianas han activado sus redes de solidaridad para consolar y brindar apoyo concreto a los más vulnerables. Estas son algunas de las experiencias que marcan el Día de la Caridad en Asia y otros continentes.
Desde 2012, las Naciones Unidas han dedicado este día a la santa de Calcuta, la monja del sari blanco, el día de su fallecimiento el 5 de septiembre de 1997. Este día busca inspirar a personas y organizaciones a promover acciones caritativas y apoyar a los más pobres y desposeídos.
Compromiso con los pobres y marginados
«Es un reconocimiento al compromiso de la Madre Teresa con el servicio a los pobres y marginados. Y es importante que provenga de las Naciones Unidas», comenta John Dayal, intelectual y periodista católico indio, explicando cómo las comunidades católicas dispersas por los distintos estados de la federación celebran el evento «con actos especiales e iniciativas de caridad y buena voluntad, o involucrando a los fieles en trabajo voluntario».
Una parte importante del evento son también las actividades educativas y de sensibilización, dirigidas especialmente a jóvenes, adolescentes y niños, que se llevan a cabo en las escuelas.
«Intentamos informar, fomentar la reflexión y educar sobre la importancia de ayudar a los demás», explica Theodore Mascarenhas, obispo de la diócesis de Daltongaj, en el estado indio de Jharkhand, un párroco que dedica gran parte de su tiempo a visitar, escuchar y catequizar a los niños en las escuelas. Esta conciencia, explica, «conduce a acciones concretas», de modo que escuelas, asociaciones y movimientos eclesiales, así como comunidades parroquiales, se movilizan: «Primero, debemos reconocer las necesidades y la presencia de los más marginados y necesitados en una zona determinada, y luego responsabilizarnos de ellos y actuar para responder a esas necesidades, con un espíritu de caridad, sin egoísmo ni discriminación». «Esto», recuerda, «es lo que enseñó la Madre Teresa; este es el ejemplo que nos dejó». El hecho de que hoy la monja sea «una fuente de inspiración para la comunidad internacional nos recuerda el poder del bien, la belleza de la caridad, el corazón del mensaje cristiano, que expresa la plenitud y la alegría del Evangelio».
Practicando la caridad
Patrona del voluntariado, beatificada por Juan Pablo II en 2003 y canonizada por el papa Francisco en 2016 con motivo del Jubileo de la Misericordia, la Madre Teresa, gran maestra del servicio a los más vulnerables, dedicó su vida a servir a los más pobres. Ese compromiso, como reitera a la agencia Fides la Hermana Mary Joseph, Superiora General de la Congregación de las Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa, no es simplemente un «servicio social», sino que implica poner en práctica las palabras de Jesús: «Cuando tuve hambre, me disteis de comer; cuando tuve sed, me disteis de beber».
«Lo hacemos por caridad. Nuestra prioridad», explica la Superiora, «es practicar la caridad en un sentido concreto; nuestro apostolado es llevar la presencia de Dios a la humanidad que sufre». Y, a través de las obras de caridad, «estamos llamados a crecer en la vida de Jesús, a experimentar su Misterio Pascual, en nuestra relación con él. Con nuestra presencia, damos testimonio del amor de Cristo», recuerda la Hermana Mary.
Desde esta perspectiva, y recuperando el espíritu puramente evangélico que inspiró a la madre y que hoy inspira a sus seguidores, la jornada promovida por la ONU se convierte entonces en un camino de evangelización.
Crédito de la nota: Vatican News.