«La Iglesia en Benín está de fiesta porque celebra grandes acontecimientos en este día: conmemoramos la primavera de una Iglesia que acogió hace 160 años a los valientes misioneros de la Sociedad de Misiones Africanas, Francesco Borghero y Francisco Fernández. Y también celebramos la primavera de una Iglesia que hace diez años acogió con entusiasmo a Benedicto XVI , que vino a celebrar con nosotros los 150 años de nuestra evangelización, ofreciéndonos como guía la exhortación apostólica postsinodal Africae munus». Estas fueron las palabras del obispo de Kandi, monseñor Clet Feliho, durante la homilía de la solemne celebración eucarística presidida hace unos días por el presidente de la Conferencia Episcopal de Benín, monseñor Victor Agbanou, obispo de Lokossa, en la basílica menor de la Inmaculada Concepción de Ouidah.
Concelebraron casi todos los obispos del país, el secretario de la nunciatura apostólica, el provincial de los padres de la Sociedad de Misiones Africanas para Benín y Níger, y cientos de sacerdotes. Una gran multitud de personas, incluidas las de los países vecinos, participaron en la ceremonia, algunas en el interior de la basílica y otras bajo las carpas instaladas en el exterior, porque la iglesia, decorada festivamente, se había quedado pequeña para acoger a todos. Las autoridades políticas, administrativas y militares también eran numerosas. Cantos en lenguas locales animaron la concelebración con entusiasmo.
«Es importante para nosotros, 160 años después de la llegada de los misioneros y diez años después de la visita del papa Benedicto -dijo Feliho-, volver a Ouidah, donde resonó esta palabra del Santo Padre: “África, levántate y camina”. Es una palabra de convicción y de esperanza que dirigió a las Iglesias de nuestro continente con ocasión de la clausura del Sínodo de los Obispos para África, cuyo documento final fue firmado aquí mismo al final de la concelebración eucarística presidida por el Santo Padre». Para el prelado, «la elección de esta ciudad, providencial para algunos, no carece de significado para nosotros los benineses. Ouidah era el lugar por excelencia de donde partían muchos de los trabajadores cualificados de nuestro país para construir otros continentes. Es también la puerta de entrada al Evangelio de la salvación, como para decir a los hijos e hijas de este país que, a pesar de las diversas heridas y frustraciones que aún recuerdan muchos monumentos históricos y culturales, nada está perdido si ponemos nuestra confianza en el señor Jesucristo, para quien nada es imposible».
Por ello, el obispo invitó a la asamblea a dar un salto cualitativo para superar esos males como «el individualismo, el egoísmo, la mezquindad y la envidia mutua que han pesado en el retraso y entumecimiento de los hijos de este bendito país, dotado por Dios de tantos bienes humanos para su desarrollo. Porque esta celebración debe ayudarnos a tomar conciencia del lugar especial que cada hijo e hija de Benín ocupa en el corazón de Dios», concluyó el obispo de Kandi.
Antes de la despedida, un grupo de fieles recibió de manos de Monseñor Agbanou un mandato misionero especial como compromiso para continuar la labor de evangelización. A continuación, el prelado bendijo las tumbas del primer vicario apostólico en Benín, Louis Dartois, y de su sucesor, François Steinmetz -enterrados en la basílica-, así como las numerosas fotos de prelados difuntos de la Iglesia en Benín colocadas a los pies del altar para la ocasión.
Crédito de la nota: Vatican News.