El 30 de septiembre de 1897, a la edad de 24 años, fallecía en el Carmelo de Lisieux, en la Normandía francesa, la hermana carmelita Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Mañana 1 de octubre la Iglesia celebra la fiesta de esta joven, «la mayor santa de los tiempos modernos», en palabras del papa Pío X.
En Lisieux están de fiesta desde el pasado viernes 23 de septiembre y, como suele ser habitual, cuentan con la presencia de la Iglesia misionera. Este año está invitado el presidente de la Conferencia Episcopal de Madagascar, monseñor Marie Fabien Raharilamboniaina, obispo de Morondava, que presidirá las celebraciones principales.
Y es que en Madagascar la devoción a la santa Teresita del Niño Jesús se respira literalmente en cada iglesia, en las que no falta su imagen. Son diez días de celebraciones, con procesiones de las reliquias de Teresa, procesiones marianas, misas, conferencias, visitas guiadas, vigilias de oración y adoración… Habrá muchos peregrinos, porque la Basílica de Santa Teresa de Lisieux, es el segundo santuario más visitado de Francia después de Lourdes.
En toda la Iglesia mañana, día de su fiesta, se recordará a esta joven, que vivió su existencia terrena de manera sencilla y retirada. Como señalaba san Juan Pablo II en la carta apostólica Divini Amoris Scientia, con la que se la declaraba doctora de la Iglesia: «la irradiación espiritual de Teresa del Niño Jesús ha aumentado en la Iglesia y se ha difundido por todo el mundo. Muchos institutos de vida consagrada y movimientos eclesiales, especialmente en las Iglesias jóvenes, la han elegido como patrona y maestra, inspirándose en su doctrina espiritual. Su mensaje, a menudo sintetizado en el así llamado «caminito», que no es más que el camino evangélico de la santidad para todos, ha sido objeto de estudio por parte de teólogos y autores de espiritualidad. Se han construido y dedicado al Señor, bajo el patrocinio de la santa de Lisieux, catedrales, basílicas, santuarios e iglesias en todo el mundo».
Nacida el 2 de enero de 1873 en Alençon, también en Normandía, como Lisieux, Teresa cumplió su sueño de entrar en el Carmelo de Lisieux el 9 de abril de 1889. Por orden de su superiora, escribió sus experiencias espirituales en tres manuscritos que, unidos, se publicarían, tras su muerte, con el título «Historia de un alma». Enferma de tuberculosis, falleció el 30 de septiembre de 1897 con solo 24 años.
Muy unida a misioneros en Asia, a los que escribía, durante su vida en el Carmelo, sintió crecer en sí misma la vocación apostólica y misionera, que la impulsó a llevar a todos hacia el encuentro con Jesús. La irradiación espiritual de Santa Teresita de Lisieux tras su muerte fue increíble.
En 1927 fue declarada patrona de las misiones. En 1944, patrona de una Francia que apenas empezaba a ver la luz tras una guerra terrible. Y, en 1997, precisamente el día del Domund, era declarada doctora de la Iglesia, porque Teresa, explicaba san Juan Pablo II, «recibió una iluminación particular sobre la realidad del Cuerpo místico de Cristo, sobre la variedad de sus carismas, dones del Espíritu Santo, sobre la fuerza eminente de la caridad, que es el corazón mismo de la Iglesia, en la que ella encontró su vocación de contemplativa y misionera».
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