Como miembro de una comunidad de pastores, podría haber seguido cuidando las cabras como cualquier otro muchacho. Pero su sueño de convertirse en sacerdote misionero comboniano lo llevó a tomar un camino diferente. El padre Etabo Joseph Lopeyok habla sobre el recorrido de su vocación.
El nombre Lopeyok, que me dio mi difunta abuela cuando nací el 19 de enero de 1989 en Lokichar, Kenia, tiene un significado importante. En esa época, mi abuela tenía visitas, por lo que ordenó que me llamaran Lopeyok, que significa «el dueño de las visitas o de la gente». Este nombre jugó un papel clave en la configuración de mi trayectoria ministerial.
Soy el tercero en una familia católica convertida. Inicialmente protestantes y miembros de la Iglesia Reformada de África Oriental (RCEA), mis padres abrazaron más tarde la fe católica y su matrimonio fue bendecido por la Iglesia católica.
Mi decisión de estudiar fue motivada únicamente por mi deseo de ser sacerdote. Como provenía de la comunidad de pastores Turkana, me conformaba con pastorear cabras y no tenía ningún interés en ir a la escuela. Pero un día, durante la misa, me cautivó la homilía de un misionero comboniano. Hablaba bien en suajili, mi lengua. A partir de ese momento, le pedí a mi padre que me llevara a la escuela y le expresé mi deseo de ser sacerdote.
Procedente de la parroquia de Cristo Rey, en Lokichar, dirigida por los Misioneros Combonianos, mi admiración por ellos se hizo más profunda al ser testigo de su forma compasiva de vivir entre la gente. Su amabilidad y atención a todos, especialmente a los necesitados, me inspiró a considerar seguir sus pasos.
En mayo de 2011 me invitaron al seminario «Ven y mira» en Nairobi. En agosto de ese año, comencé mi experiencia de prepostulantado en Huruma. Esta experiencia implicó dar clases en la escuela primaria San Martín de Porres mientras participaba activamente en las actividades pastorales de la parroquia Holy Trinity Kariobangi. Me ayudó a identificarme más con el carisma comboniano el trabajar con los pobres y desfavorecidos.
En 2012 continué mi camino. Entré al postulantado en Ong’ata Rongai, Nairobi, donde estudié Filosofía en el Instituto de Filosofía de la Consolata. Fue una época de gran crecimiento, no sólo espiritual, sino también humano, en la que crecí en conciencia de mí mismo y en el sentido de la responsabilidad personal.
En 2015, tras finalizar mis estudios de Filosofía, me trasladé a Lusaka (Zambia) para realizar el noviciado y, a continuación, hacer una experiencia comunitaria y pastoral en Malawi. Este tiempo lo dediqué a profundizar mi relación con Cristo y a comprender nuestra congregación y a su fundador, san Daniel Comboni, a través de la oración y el trabajo.
El 6 de mayo de 2017 hice mis primeros votos, sentando las bases para continuar mis estudios teológicos en Lima, Perú. La experiencia en este país, inmersa en una nueva cultura y rodeada de personas, ambientes y comunidades diferentes, se convirtió en un segundo hogar donde dejé parte de mi corazón.
Al regresar a Kenia después de mis estudios de Teología, comencé mi experiencia misionera en Utawala, Nairobi. Me pidieron que ayudara en la Oficina de Misiones y Vocaciones. También contribuí a las actividades parroquiales, trabajando con jóvenes y visitando pequeñas comunidades cristianas, promoviendo la esperanza y el don de la amistad.
El 10 de febrero de 2023 hice mis votos perpetuos y al día siguiente fui ordenado diácono. La alegría llenó mi corazón al cumplir mi deseo de ofrecer mi vida a Dios para su misión. El 25 de agosto del mismo año, recibí la gracia y el don del sacerdocio siendo ordenado en mi parroquia de Cristo Rey, en Lokichar.
Ahora, mi primera misión me lleva a México y me llena de felicidad. Al igual que nuestro padre en la fe, Abraham, confío en la guía del Señor y estoy dispuesto a ir a donde Él me envíe para su misión de amor.
Crédito de la nota: Misioneros Combonianos en Reino Unido