Son las 9.10 de la mañana del 15 de setiembre, y un canto dulce y gozoso recibe al papa Francisco a su llegada a la explanada de la Basílica de los Siete Dolores, en papamóvil, a donde están reunidos los fieles para participar en la Santa Misa presidida por él, en la Solemnidad de la Bienaventurada Virgen María de los Siete Dolores, Patrona de Eslovaquia.
El Papa se despidió de la Nunciatura Apostólica muy temprano por la mañana del ultimo día de su Viaje Apostólico a Eslovaquia, que lo vio peregrinar también a Hungría, el domingo, para la Clausura del quincuagésimo Congreso Eucarístico Internacional. Es el último evento que ve a Francisco en esta tierra, corazón de Europa, pero antes, el pontífice se detiene con los pastores del país de forma privada para un momento de oración en el interior de la Basílica.
Es a la Madre de la Iglesia y Consuelo de los afligidos a quien se dirigen los obispos y el Santo Padre Francisco, que, con la introducción del Gloria, recitan juntos la oración de consagración a Nuestra Señora de los Siete Dolores a quien consagran la propia vida, la patria, la misma comunión episcopal. A ella piden la gracia de vivir, «con fidelidad cotidiana», las palabras que su Hijo nos ha enseñado, y que luego dirigen a Dios, nuestro Padre.
A continuación, la oración completa del Santo Padre con los obispos eslovacos:
El Santo Padre:
En el nombre de Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
R/. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
El Santo Padre y los obispos recitan juntos la oración de consagración:
Nuestra Señora de los siete dolores,
nos hemos reunido aquí ante ti como hermanos,
dando gracias al Señor por su amor misericordioso.
Y tú estás aquí con nosotros,
como estuviste con los Apóstoles en el Cenáculo.
Madre de la Iglesia y Consuelo de los afligidos,
nos dirigimos a ti con confianza,
en las alegrías y en las fatigas de nuestro ministerio.
Míranos con ternura
y acógenos entre tus brazos.
Reina de los Apóstoles y Refugio de los pecadores,
que conoces nuestros límites humanos,
las faltas espirituales,
el dolor por la soledad y el abandono,
sana nuestras heridas con tu dulzura.
Madre de Dios y Madre nuestra,
te confiamos nuestra vida y nuestra patria,
te confiamos nuestra misma comunión episcopal.
Obtennos la gracia
de vivir con fidelidad cotidiana
las palabras que tu Hijo nos ha enseñado
y que ahora, en él y con él,
dirigimos a Dios nuestro Padre.
El Santo Padre y los obispos:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Santo Padre:
Oh Dios, que concedes a tu Iglesia
imitar a la bienaventurada Virgen María
en la contemplación de la pasión de Cristo,
otórganos, por su intercesión,
que nos configuremos cada vez más con tu Hijo unigénito
y alcancemos la plenitud de su gracia.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
El Santo Padre:
Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
El 22 de Abril de 1927, Pío XI, con el decreto «Celebre apud Slovaccham gentem», declaró a la Virgen de los Siete Dolores, Patrona de Eslovaquia, mientras que con el decreto Quam Pulcra, el 23 de Noviembre de 1964, San Pablo VI elevó la iglesia a Basílica Menor. El 6 de Junio de 1987, la Madre Teresa de Calcuta la visitó. El 1 de Julio de 1995, San Juan Pablo II, en peregrinación apostólica a Eslovaquia, celebró la misa frente al Santuario en presencia de más de 200 mil fieles. Eslovaquia conmemora a su Patrona el 15 de Septiembre y cada año se organiza una peregrinación nacional, según la costumbre nacida en 1732. La Basílica también ha sido declarada destino de peregrinación para la Eparquía de Bratislava para la Iglesia greco-católica, que desde 2009 rinde homenaje a la Virgen en el día de la Compasión de la Madre de Dios. En 2017, después de 231 años, la atención pastoral de la Basílica regresó a la Orden de San Pablo, primer ermitaño.
Crédito de la nota: Vatican News.