El Papa envía un mensaje a los participantes en el XVII Congreso Nacional Misionero que se desarrolla en Puebla de los Ángeles, México, del 7 al 9 de noviembre de 2025: «Sé que la Iglesia católica en México se esfuerza por vivir plenamente este llamado de Cristo; por eso, agradezco sus generosos esfuerzos y los animo a ser siempre misioneros según su divino Corazón, peregrinos de esperanza y artesanos de paz».
El papa León XIV envió un mensaje a los participantes en el XVII Congreso Nacional Misionero (CONAMI), que se celebra del 6 al 9 de noviembre en Puebla de los Ángeles, México. En el texto, el Pontífice agradece la presencia de tantos agentes de pastoral comprometidos con la evangelización y pone de relieve la generosidad con la que sostienen la misión día tras día.
«Me alegra profundamente su numerosa presencia en este importante acontecimiento, pero más aún me conmueve reconocer en ustedes la generosidad con que sostienen la obra misionera de la Iglesia a través de la oración perseverante, de los sacrificios asumidos y del apoyo espiritual y material que ofrecen», escribe León XIV.
Desde el inicio del mensaje, el Sucesor de Pedro sitúa la misión en su horizonte esencial: llevar la Buena Noticia a cada corazón. Por eso, afirma que los fieles mexicanos colaboran «en la gran tarea evangelizadora de la Iglesia universal, cuyo mayor privilegio y deber es llevar a Cristo al corazón de cada persona».
El Reino que fermenta la historia
León XIV articula su reflexión a partir de la parábola de la levadura, una imagen sencilla y cotidiana que Jesús utiliza para describir la fuerza discreta del Reino. «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa», cita el Papa, recordando que esa levadura antigua —pedacitos de masa fermentada de días anteriores— era capaz de transformar silenciosamente todo el conjunto.
Esa dinámica, explica, ilumina también la historia de la fe en el continente americano. La levadura del Evangelio llegó a México de la mano de pocos misioneros, pero el encuentro entre la fe y la rica cultura indígena se convirtió en un proceso de inculturación «lento y admirable», que dio frutos de santidad, arte y esperanza. En ese contexto, el Papa señala a Santa María de Guadalupe como «signo de perfecta inculturación», una presencia materna que acompañó el despertar de la fe y sigue guiando hoy a los creyentes.
Testigos que amasaron la fe
Prevost dedica un pasaje especial a la memoria de los primeros evangelizadores y de quienes consolidaron la misión a lo largo de los siglos. Destaca, entre ellos, al beato Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, cuya paternidad pastoral dejó una huella profunda en la región. Su vida, afirma, recuerda que «el verdadero misionero no domina, sino que ama; no impone, sino que sirve; y no instrumentaliza la fe para obtener ventajas personales… sino que reparte la fe como pan».
Esta referencia histórica se enlaza con un llamado actual: vivir la autoridad y el servicio según los criterios del Evangelio, siendo fermento de comunión y no de división.
Misión en tiempos desafiantes
El Obispo de Roma observa con realismo que las sociedades contemporáneas atraviesan tensiones que afectan la convivencia: desigualdades, pobreza, polarización, transformaciones tecnológicas aceleradas. Esas realidades —advierte— pueden mezclar la «mala levadura» que Jesús pidió evitar. Por ello exhorta a los misioneros a ser testigos capaces de introducir en la historia la levadura del Resucitado.
«¡Hay que estar dispuestos a poner las manos en la masa del mundo!», anima el Pontífice. No basta hablar del Evangelio: es necesario tocar la realidad, mezclarse con ella, dejar que la fe transforme las vidas desde dentro. Así crece el Reino «no por fuerza ni por número, sino por la paciencia» de quienes perseveran en el amor.
Peregrinos de esperanza
El Santo Padre concluye expresando su cercanía al pueblo mexicano y su aprecio por el esfuerzo constante de la Iglesia local. «Sé que la Iglesia católica en México se esfuerza por vivir plenamente este llamado de Cristo; por eso, agradezco sus generosos esfuerzos y los animo a ser siempre misioneros según su divino Corazón, peregrinos de esperanza y artesanos de paz».
Encomienda los frutos del Congreso a la intercesión de la Guadalupana, «Estrella de la evangelización», y confía que su ternura materna siga señalando el camino hacia Cristo. Finalmente, imparte su bendición a todos los participantes y los alienta a continuar la obra misionera «hasta que fermente toda la masa».
Crédito de la nota: Vatican News.
