En la parroquia de Kariobangi, en las afueras de Nairobi, se han puesto en marcha un gran número de iniciativas para responder de manera concreta a las necesidades de la gente. La parroquia fue fundada en 1974 por los misioneros combonianos. El territorio parroquial comprende tres grandes áreas –Kariobangi, Huruma y Korogocho– con una población de más de 100.000 habitantes, de los cuales unos 20.000 son católicos.
Texto y fotos: P. Enrique Bayo
La parroquia de Kariobangi fue erigida en 1974 en la periferia de Nairobi, y en su territorio están presentes en la actualidad cinco congregaciones religiosas: los Misioneros y las Misioneras Combonianos, las Misioneras de la Caridad, las Franciscanas Misioneras Hermanas por África y las Hermanas Misioneras Servidoras de la Palabra. Los religiosos y religiosas trabajan en comunión con una treintena de catequistas y muchos laicos.
El territorio de la parroquia engloba tres grandes zonas –Kariobangi, Huruma y Korogocho– con una población superior a los 100.000 habitantes, de los cuales unos 20.000 son católicos. Korogocho uno de los slum o barrios de lata situados junto al vertedero de Dandora, el más grande de África oriental, donde ser recogen los desperdicios generados en Nairobi y en otras partes de Kenia. Las otras dos zonas de la parroquia –Huruma y Kariobangi– son barrios de periferias pobres, muy masificados, pero mejor organizados y abastecidos que los Korogocho. Mientras que la mayor parte de sus habitantes viven de la venta de los objetos que recuperan de Dandora, en Huruma y Kariobangi priman los trabajos ocasionales y el pequeño comercio. En cualquier caso, son muy pocas las personas que disponen de trabajos estables y bien remunerados.
Evangelización
En este contexto social, desde la parroquia se llevan a cabo numerosas iniciativas y proyectos a favor de la vida, sin descuidar la labor pastoral, la liturgia y la preparación a los sacramentos. Los cuatro sacerdotes combonianos de la parroquia, apoyados por algunas religiosas y los catequistas, llevan a cabo este servicio esencial, en cuyo centro se sitúan las comunidades de base. Según el P. Andrew Wanjohi, párroco de Kariobangi, «son pequeñas Iglesias domésticas, formadas por varias familias, que se reúnen semanalmente para la formación cristiana y para dar respuesta a las primeras necesidades de ayuda a los enfermos y los pobres. Solo después se añaden el resto de hos proyectos animados desde la parroquia». Mención especial en este servicio evangelizador merece el trabajo llevado a cabo por las cuatro hermanas misioneras servidoras de la Palabra, tres mexicanas y una keniana, que han creado una red de grupos bíblicos que son, a la vez, equipos de apostolado. Una de ellas, la Hna. María de la Luz González, señala que «es importante tener la Palabra de Dios en el corazón porque sin ella no hay cambio en la vida y tampoco se vive, se sobrevive».
Educación y sanidad
La parroquia gestiona cinco escuelas primarias y una secundaria, donde estudian unos 1.600 niños y niñas. Además de ofrecer el servicio de comedor, las tasas escolares son bajas para favorecer el acceso a la educación de los más desfavorecidos.
Durante los años 90 el sida tuvo un gran impacto en Kenia, con la aparición de una generación numerosa de huérfanos. Para acogerlos, los misioneros combonianos abrieron en Kariobangi la escuela Watoto wetu (nuestros niños) que hoy sigue funcionando como escuela. Por su parte, las misioneras combonianas fundaron en Korogocho el Comboni Health Programme (CHP) para acompañar a las personas seropositivas. El centro, gestionado ahora por los combonianos, acompaña a 671 personas, en su mayoría residentes en Korogocho. Asociado al CHP, en el recinto de la parroquia de Kariobangi, funciona dos días por semana un centro de fisioterapia para niños y niñas con problemas motores y parálisis.
No obstante, la estructura sanitaria de más envergadura de la parroquia es el dispensario gestionado por las misioneras combonianas en Kariobangi, donde cada día cientos de personas reciben atención médica.
Korogocho
Otro ejemplo de las iniciativas que desarrollan en Kariobangi es la Sociedad Deportiva San Juan, que el comboniano P. Daniele Moschetti inició en 2003. En Korogocho no existe ningún parque público o centro deportivo donde los jóvenes puedan encontrarse para desarrollar actividades que los alejen del permanente peligro del alcohol y las drogas. Por eso, en el espacio de la capilla de San Juan se construyeron un campo de fútbol y una pista de baloncesto y voleibol. Además, se habilitó un edificio de la capilla para la práctica de otros deportes como boxeo, kárate o taekwondo. Solo hubo que abrir las puertas para que estos espacios se llenaran de jóvenes, chicos y chicas, con ganas de superarse. Aquí se formó la boxeadora Elizabeth Akinyi, que representó a Kenia en los juegos olímpicos de Tokio 2020.
Si el deporte mueve a los jóvenes, también lo hace la música. En 2007, los misioneros combonianos participaron en la fundación, también en el espacio de San Juan, de la Ghetto Classics Music Programme, una escuela de música que ha formado a cientos de chicos y chicas en Korogocho y que es reconocida a nivel nacional e internacional. Otro ejemplo es la biblioteca de San Juan, que dispone de unos 300 puestos de lectura y que pone a disposición de sus usuarios miles de volúmenes escolares para consulta.
Todas estas iniciativas sociales nacieron con el objetivo de unificar y crear lazos entre las personas en un lugar donde las divisiones étnicas son manifiestas y que en momentos de crisis, como algunos comicios electorales, han sido escenarios de actos de violencia.
Cuidar la vida
La atención hacia los más vulnerables, en todas las etapas de la vida, define el compromiso social de la parroquia de Kariobangi. El programa Prolife (Provida) lleva 30 años ayudando a las jóvenes que sufren violencia doméstica o están embarazadas. Dos educadoras sociales especializadas, Ann y Georgina, trabajan a tiempo completo en la escucha de estas chicas y en la concieciación en escuelas y familias. Para los casos más graves de chicas que deben dejar sus familias, las misioneras de la Caridad disponen de un espacio para acogerlas en su comunidad de Huruma. Las seguidoras de Santa Teresa de Calculta también acogen a niños abandonados con problemas neurológicos o enfermos mentales.
Otro desafío de la parroquia es el fenómeno de los niños y niñas en situación de calle. Muchas familias no pueden asegurar el alimento o los gastos escolares de sus hijos y algunos deciden buscarse la vida por su cuenta, con frecuencia en el vertedero de Dandora, donde descubren la dureza de la vida. En este contexto, es frecuente que muchos de ellos terminen consumiendo alcohol y drogas. Para tratar de recuperar a esta juventud herida, las franciscanas y los combonianos han creado programas especializados, a través de los que acompañan a centenares de ellos.
Las misioneras combonianas, por su parte, gestionan desde 1992 el Kariobangi Women Promotion Training Institute, una escuela profesional para chicas con problemas de integración social. El centro ofrece tres opciones formativas: corte y confección, peluquería y belleza o restauración. Al terminar su formación, las jóvenes reciben un título oficial del Gobierno keniano que les permite afrontar la vida con más posibilidades de éxito.
En esta mención no exhaustiva de iniciativas a favor de la vida, destaca también el Kariobangi Cheshire Home, gestionado por las hermanas franciscanas. Es un hogar que acoge actualmente a 26 ancianos, aunque tiene capacidad para 40. Además, las franciscanas ofrecen tres días por semana alimento a otras 260 personas ancianas que viven en los barrios de la parroquia.