Es común ver edificios de la Iglesia abandonados en el Estado nigeriano de Adamawa, en el noreste de Nigeria, en la diócesis de Yola. Es lo que queda de los lugares de culto que en otro tiempo bullían de actividad y que ahora parecen profanados. Algunos están incendiados, todo por causa de la situación de violencia que sufre la región. Así lo denuncia la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal Regional de África Occidental (Recowa-cerao).
En algunos lugares hay vehículos quemados y una desolación que habla a gritos del sufrimiento que los cristianos de esta región, en la nación más poblada de África, han soportado a manos de Boko Haram y otras milicias armadas.
Lo mismo puede decirse del Estado de Borno, donde está la diócesis de Maiduguri y varios otros lugares en el noreste y norte del país. Doris Mbaezue, de Cáritas Nigeria, decía que los católicos de estas zonas, por temor a visitar sus lugares de culto y por miedo a los ataques, convocan reuniones secretas en “lugares indefinidos” para rezar juntos.
“Las iglesias están abandonadas. Los católicos nigerianos son conocidos por su dinamismo, pero este ya no es el caso, especialmente en los estados de Adamawa y Borno”, explica la responsable de Cáritas.
Añade, en referencia a los católicos de estos dos estados nigerianos: “Hoy se organizan y se reúnen en lugares totalmente indefinidos para saciar su sed de oración comunitaria. Ya no van a sus lugares de culto porque saben que los matarán si lo hacen”.
A pesar de todos los desafíos, la fe en el país sigue creciendo día a día: “La gente profesa con orgullo su fe. Uno podría imaginar que los ataques contra religiosos los asustarían, pero no. Los sacerdotes y seminaristas que dan su vida por su fe son la motivación más fuerte para la gente de aquí. Cada vez más personas están dispuestas a morir en defensa de su fe”.
Crédito de la nota: OMPRESS.