El martirio de los nuevos Beatos es “lejano en el tiempo”. Pero esto “no lo hace menos relevante”. “Eran hombres frágiles y temerosos: vulnerables, como lo somos y como se demuestra especialmente en esta fase de pandemia”. Así lo destacó el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, durante la misa que presidió en la abadía cisterciense de Casamari.
Un martirio lejano, pero siempre relevante
El testimonio de los nuevos beatos está vinculado a una fecha y a un periodo histórico conflictivo. En enero de 1799, Nápoles es ocupada por las tropas francesas y se proclama la República Napolitana. El 13 de mayo de ese año, veinte soldados franceses entraron en la abadía de Casamari en busca de objetos preciosos para saquear. Cuando irrumpieron en el monasterio, la mayoría de los monjes intentaron salvarse.
En esos dramáticos momentos, el padre Simone Cardon y otros cinco religiosos intentaron defender la Eucaristía de la profanación. “Estos mártires -explicó el cardenal Casamari- no eran héroes de ‘cómic o historieta’, sino personas normales. Eran hombres temerosos, como lo somos todos. No eran ‘guerreros’, sino testigos del amor de Jesús que dijo a sus discípulos: ¡No tengáis miedo!”.
Confiar en el Padre
El testimonio de los mártires de Casamari es un testimonio que también habla a la gente de hoy. “Ninguno de nosotros podrá perseverar en el seguimiento de Cristo sin tribulación, sin conflicto, sin ‘combate espiritual'”, dijo el cardenal Semeraro en su homilía.
La vida espiritual perfecta consiste en conocer el amor infinito de Dios y también la propia debilidad y, convencidos de ello, emprender la batalla espiritual para dar muerte a los propios deseos y afectos desordenados para hacer en todo, la voluntad de Dios (cf. L. Scupoli, Combattimento spirituale cap. 1). Es desde esta perspectiva que hoy la Palabra del Señor nos pide que miremos el testimonio de los nuevos Beatos: la confianza en su preocupación paternal.
“Ellos – dijo finalmente el cardenal Semeraro – se ocupan de nosotros. Esta es la reconfortante certeza que debe invadir nuestros corazones”.
Crédito de la nota: Vatican News.