Hay un antes y un después en la “Lectio Magistralis” del Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin en el Festival de Ecología Integral de Montefiascone, en la provincia de Viterbo, centrado en el tema: “En la Creación todo está conectado: redescubrir los vínculos”. El límite de un mundo dominado por la cultura del descarte es, sin duda, la pandemia que ha traído consigo una crisis sanitaria, medioambiental, alimentaria, económica y social, una “tormenta perfecta” que ha dado paso a una nueva visión del mundo, ya indicada por el papa Francisco en la Laudato si’. Una visión “más integral e integradora”, “un poliedro” con muchas caras que sin embargo componen “una unidad rica en matices”. Es la ecología integral, el hilo conductor de la Encíclica, cuyo hilo conductor -explica el cardenal- es “el vínculo elaborado por el amor”.
La cura es la fraternidad
La pandemia, añade Parolin, ha revelado debilidades y fragilidad, pero ha devuelto a su verdadera importancia conceptos como “vínculo” y “relación”. Nuestra felicidad depende de las relaciones humanas, de nuestra relación, de nuestros “lazos” con la creación, con el prójimo (lejano o cercano en el espacio) con nosotros mismos y con el Creador. Estos lazos sólo pueden fortalecerse mediante el Amor y, por tanto, mediante una actitud responsable de “cuidado”, que también se manifiesta en relación con nuestra casa común.
Es un llamado a la fraternidad, el motor de Fratelli tutti, una dimensión esencial del hombre que lleva al otro a descubrirlo como hermano o hermana; “sin ella se hace imposible construir una sociedad justa, una paz sólida y duradera”. Una fraternidad que recuerda la paternidad de Dios, su amor que transforma las relaciones y se abre a la solidaridad.
El cambio de rumbo
El diálogo es un caminar juntos, pero esto -subrayó Parolin- implica un cambio de rumbo inspirado en la conversión ecológica “que, para nosotros los cristianos, requiere dejar aflorar todas las consecuencias del encuentro con Jesús en nuestras relaciones con el mundo”. Y, por tanto, también escuchar el grito de la Tierra, “cada vez más urgente”. Actuar desarrollando, de esta manera, una nueva “ética de las relaciones internacionales”, alcanzando soluciones a los problemas que afligen al mundo. Un reto en el que no falta la esperanza que supone, por ejemplo, dirigir la tecnología al servicio de un progreso “más sano, más humano, más social y más integral”. Parolin indica la vacuna contra el Covid-19 como modelo de sinergia y esfuerzo entre mundos diferentes.
Ciertamente, en el caso de la vacuna anti-Covid, es necesario promover con mayor rapidez el acceso a la misma también por parte de las comunidades en zonas geográficas y situaciones concretas que cuentan con menos recursos. Actualmente vivimos una época llena de contradicciones y oportunidades. Sin embargo, estos chocan con el “factor tiempo”, que el mundo científico y otros nos instan a hacer cada vez más, llamándonos a la urgencia de la acción.
Una espiritualidad ecológica
Recordando el compromiso de la Santa Sede de reducir a cero las emisiones netas de aquí a 2050 en el Estado de la Ciudad del Vaticano y de promover la educación en la ecología integral, de cara a la cita del 4 de octubre en Roma con vistas a la Cop26 de Glasgow, el cardenal Parolin invita a “empezar con pequeños gestos cotidianos”. Cultivar por tanto una “espiritualidad ecológica”, alimentada por una mirada contemplativa de la creación.
Repensar el mundo en el que vivimos puede hacerse a partir de la potenciación del vínculo creado por el Amor, fundado en el valor de la fraternidad y realizado a través de una puesta en práctica de la “ecología integral” que opera dentro de una mayor conciencia de los “límites” que hay que respetar. Esto puede tener lugar a través de un diálogo dirigido a “caminar juntos” favoreciendo un cambio de rumbo que lleve a nuestra generación a ser la “generación de la restauración”, reconstruyendo los lazos y las relaciones que hemos dañado durante demasiado tiempo.
Fuente de la nota: Vatican News.