El hermano Lwanga Kakule Silusawa es un misionero comboniano que trabaja en nuestra revista Afriquespoir en Kinshasa, República Democrática del Congo. El hermano ha abrazado el periodismo como una herramienta para difundir el evangelio y transformar la sociedad. Este es su testimonio.
En septiembre de este año cumpliré 40 años; 12 han sido en la consagración. Nací en Butembo, República Democrática del Congo, dentro de una familia católica. En 2009 entré al postulantado en Kisangani, donde continué discerniendo mi vocación, tras lo cual fui admitido en el noviciado. Hice dos años de noviciado en Benín y Togo. Posteriormente, tres años de estudios teológicos en Colombia.
En 2014 comencé a estudiar periodismo en Madrid. Un año después, entré en la redacción de la revista comboniana Mundo Negro. Trabajé allí durante cuatro años. Corregí textos que me enviaban misioneros de todo el mundo, específicamente de África y América Latina, y los presenté al editor para su publicación.
Estas fueron experiencias que los misioneros querían compartir. Contaron sus vivencias diarias en misiones que interesaban a nuestros lectores. Además de preparar estos testimonios misioneros, hice entrevistas, tomé fotografías, escribí columnas, noticias y reportajes, según lo pedía el editor.
Combinar la teoría recibida en la universidad con la práctica de escribir era un lujo que ninguno de mis compañeros de la universidad tenía. En la sala de redacción con más de cinco periodistas bien capacitados, me quedaba varias horas para buscar información en internet o hablar con personas que pudieran brindarme información sobre diversos temas de actualidad africanos. Me tomé mucho tiempo para leer y comprobar la información recibida y tejer los textos para satisfacer las necesidades de nuestra audiencia. Esto requirió mucho esfuerzo porque, además, debía cumplir con mis deberes académicos y honrar mis compromisos con mi comunidad religiosa.
Seis años después regresé a mi tierra. Llegué a Kinshasa el 15 de enero de 2020, poco antes de la pandemia de Covid. La redacción de Afriquespoir me estaba esperando. Me tomé unas semanas para conocer la realidad y sumergirme en la línea editorial de esta revista trimestral.
Aquí ya no se trata de contar África a los europeos, como lo hice en España, sino de dilucidar los desafíos del continente africano a un público africano. Las dificultades que enfrentamos se deben a la realidad sociopolítica de los países donde se publica nuestra revista. Hay pocos lectores debido al analfabetismo y la pobreza.
De hecho, nadie puede comprar una revista o un libro si no tiene nada para comer. Confieso que yo tampoco lo haría. Además, en este continente donde por falta de infraestructuras la mayoría de las oficinas de correos no funcionan, enviar revistas a los suscriptores es muy caro. Los suscriptores reciben las revistas después de varias semanas y, en ocasiones, estropeadas.
Las parroquias son nuestra principal fuente de suscripciones. Durante los tres años de mi servicio en Afriquespoir, ya he visitado más de 50 parroquias de las más de 180 que componen actualmente la arquidiócesis de Kinshasa. Acudimos todos los domingos para la animación misionera, transmitir un mensaje de esperanza y promocionar nuestra revista y los libros que publicamos. Son útiles para la formación humana, intelectual, espiritual y misionera.
En nuestros países africanos, pocas personas tienen la suerte de comprar un libro. Parte de nuestra misión es hacer accesibles libros y revistas, ofreciéndolos a un precio bajo, para llegar a los más pobres. Numerosos alumnos, estudiantes, profesores, catequistas, sacerdotes, etcétera, testimonian que estos materiales son útiles para su formación académica, profesional, espiritual y pastoral.
Aprovechamos nuestra presencia en las parroquias para entrar en contacto con la gente y compartir tiempo con ella. Algunos comparten sus experiencias personales con nosotros y piden orientación en diferentes áreas. Es también una oportunidad para orientar a los jóvenes que tienen inquietudes vocacionales.
Como periodistas, nuestro trabajo requiere mucho tiempo para leer y adentrarnos a la realidad. Por eso, es difícil hablar de cosas que no has visto, tocado o sentido. Vemos esta realidad a diario y la conocemos a través de nuestro contacto con las personas. Por eso salimos, incluso fuera de nuestras fronteras, a preguntarle a la gente sobre sus experiencias. Visitamos a las personas en parroquias, hospitales, colegios, oficinas públicas, centros, etcétera. Tienen historias que contar y experiencias que compartir. A su vez, tenemos la misión de darlo a conocer a los lectores.
El uso de los medios de comunicación es un elemento constitutivo de la evangelización consagrado en la estrategia misionera comboniana. A través de la revista y los libros publicados por Afriquespoir, transmitimos la Buena Nueva y contribuimos a la formación intelectual, espiritual y misionera del Pueblo de Dios.
Esto requiere de nosotros una actitud de escucha. Escuchar con el corazón para hablar con el corazón, como anima el papa Francisco, es escuchar la realidad que nos rodea, las personas que encuentro en las calles o en las parroquias, las que entrevisto o fotografío y, así, tratar con respeto a las personas que comparten conmigo sus historias para que yo pueda contárselas a los lectores.
Como periodista hermano misionero comboniano, estoy contento con mi misión. Proclamo el Evangelio a través de revistas, libros, programas de radio y televisión, redes sociales y páginas web. Me siento invitado a ser fiel al Evangelio y a mejorar la calidad de mi servicio: ser un buen periodista y misionero.
Crédito de la nota: combonimissionaries.co.uk y comboni.org