La guerra en Sudán, entre el ejército regular (SAF) liderado por el general Abdul Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) comandadas por Mohamed Hamdan Daglo, conocido como Hemeti, se ha transformado en un conflicto que afecta cada vez más a los civiles. Ambas formaciones militares han iniciado campañas para reclutar y armar a la población civil, incluidos niños, y para intensificar los enfrentamientos sobre bases étnicas.
Una situación denunciada por el experto de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Sudán, Radwan Nuweiser, según el cual «no hay ninguna solución pacífica en el horizonte, a pesar de las múltiples iniciativas de mediación regionales e internacionales, y el pueblo de Sudán sigue soportando el peso de un ciclo interminable de violencia que genera cada día más sufrimiento humano, destrucción y desplazamientos».
Nuweiser ha expresado su preocupación por los informes sobre el reclutamiento de civiles, incluidos niños, para combatir en las filas de las fuerzas armadas, y ha instado a ambas partes en conflicto a que investiguen urgentemente todas las violaciones del derecho humanitario.
El ejército está distribuyendo armas a la población por las gobernaciones del estado. Se llevan a cabo marchas en las calles con la participación de cientos de jóvenes armados, acompañadas de consignas que llaman a la población a armarse.
En cuanto a las RSF, Radwan Noueiser señaló que en Darfur, su bastión en el sur occidental, las Fuerzas de Apoyo llevan a cabo ataques por motivos étnicos: «En Darfur occidental, las Fuerzas de Apoyo Rápido y sus milicias árabes aliadas han atacado repetidamente a miembros del grupo africano Masalit». Por otra parte, el ejército y sus afiliados cometen actos de violencia contra ciudadanos de origen darfurí porque se les acusa de espiar para las RSF en función de su origen étnico y su afiliación tribal, empujándoles así a engrosar las filas de las Fuerzas de Apoyo Rápido.
El conflicto ha entrado ya en su décimo mes de enfrentamientos y la situación humanitaria es tan grave que el director de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha declarado que en Sudán se está produciendo «el mayor movimiento de población del mundo».
La OIM calcula que más de 7,7 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares desde que comenzaron los combates el 15 de abril de 2023. Seis millones de ellas son desplazados internos en Sudán. Algo menos de 2 millones han huido a Sudán del Sur, Chad, Etiopía, Egipto, la República Centroafricana y Libia.
Crédito de la nota: Agencia Fides.