El relato de un religioso que se enfrenta a la guerra civil que está causando miles de muertos y millones de desplazados revela el dolor de la minoría cristiana, con cada vez menos sacerdotes y más misioneros extranjeros que han regresado a sus países de origen: «En todo Jartum sólo hay cuatro sacerdotes y cuatro monjas. El 95% de la población no puede conseguir una comida al día», lamentó el sacerdote.
La vida de las parroquias ha desaparecido, la actividad de las escuelas y hospitales católicos se ha interrumpido, los fieles se han dispersado, muchos sacerdotes, religiosos y religiosas han abandonado Sudán, la gran mayoría de los misioneros extranjeros han cruzado la frontera para regresar a sus países de origen. El sufrimiento de la Iglesia en Sudán crece cada día más, en proporción a la escalada de la guerra civil que en los últimos diez meses ha causado decenas de miles de muertos y la destrucción de pueblos y ciudades.
Cada vez menos
Relatar la tragedia que se desarrolla en el Estado africano no siempre es fácil. Las comunicaciones telefónicas, incluidas las que se realizan a través de Internet, están interrumpidas desde hace días. E incluso cuando puede establecerse una conexión, quienes podrían encontrar el valor de denunciar los horrores cometidos por las facciones enfrentadas no siempre tienen el valor de hacerlo; el riesgo de ser señalados como partidarios de uno u otro bando es muy alto. Bajo estricta observancia del anonimato, un misionero presente en el país desde hace años explica a los medios de comunicación vaticanos que los «pocos sacerdotes que han quedado han tenido que abandonar la capital, Jartum, epicentro de los enfrentamientos, para refugiarse en ciudades más aisladas y tranquilas. En Jartum sólo deben quedar cuatro, más cuatro monjas, a las que se intentó evacuar hace unas semanas».
La esperanza no muere
En la capital, como en otras zonas de Sudán, la vida de fe, sin embargo, no se ha interrumpido. El clérigo informa de que grupos de fieles «se reúnen los domingos para rezar junto con los catequistas, a pesar de que hay constantes bombardeos de alfombras que dificultan mucho los desplazamientos. Lo que falta es la celebración de misas y el acceso a los sacramentos». Según los cálculos del misionero, en todo el país musulmán, donde la Iglesia católica es una minoría de alrededor del 2%, los últimos enfrentamientos han reducido a 30 el número total de religiosos. Con estas cifras es muy difícil mantener vivas todas las actividades eclesiásticas para cerca de un millón de creyentes.
Guerra en extensión
El misionero hace también un balance de la dinámica bélica que, en las últimas semanas, afecta a Darfur, Jartum, Omdurman y El-Obeid en particular. «Además de las víctimas directas», denuncia el misionero, «que deben ser más de 10 mil, hay que contar las indirectas causadas por la falta de trabajo, de alimentos, de medicinas. El 95% de la población no puede conseguir una comida al día». Y luego están los desplazados: «Los desplazados internos y externos son ya 9 millones. Egipto, Chad y Sudán del Sur son los destinos codiciados por quienes están decididos a salvar sus vidas».
Crédito de la nota: Vatican News.