La guerra en Sudán, que comenzó hace un año, el 15 de abril del 2023, ha dejado un saldo desgarrador: 16 mil muertos y más de 8 millones de desplazados y refugiados, convirtiéndose en la crisis de desplazamiento más grave del mundo.
El conflicto estalló tras meses de tensión entre el ejército regular (SAF, con 300 mil hombres) liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan y las milicias paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, con unos 100 mil hombres) dirigidas por Mohamed Hamdan «Hemedti» Dagalo.
Los desacuerdos surgieron principalmente sobre la integración de la RSF en el ejército nacional, especialmente en cuanto al cronograma y la estructura de mando y control. El conflicto, que comenzó en la capital, Jartum, rápidamente se extendió a Darfur, el bastión de la RSF, y luego a todo el país. En Darfur, el conflicto ha adquirido inmediatamente una dimensión étnica, reviviendo viejas heridas del conflicto anterior que se remontan a principios de la década de 2000.
Las RSF son descendientes de las infames milicias árabes Janjaweed, que fueron utilizadas por el régimen anterior de Omar al-Bashir para reprimir a las poblaciones no árabes en esa vasta región del oeste de Sudán. Más tarde, diversos grupos armados que ya operaban en Sudán se han unido a una u otra facción, ya sea al SAF o a las RSF.
La guerra ha devastado la agricultura del país, por lo que a las cifras anteriores hay que añadir los 5 millones de personas en peligro de inanición y los 18 millones que se enfrentan a una grave crisis alimentaria.
Además, los alimentos se han convertido en un arma: las dos facciones beligerantes impiden el paso de los convoyes cargados de ayuda alimentaria enviados por las agencias humanitarias a las zonas controladas por el adversario.
Siguen aumentando las denuncias de violaciones flagrantes de los derechos humanos por parte del ejército y las milicias, como violencia sexual, tortura y ejecuciones sumarias.
Las dos facciones no parecen querer sentarse a la mesa de negociaciones porque ambas creen que pueden ganar el conflicto.
Es posible que también influya en los cálculos de los dos líderes rivales el apoyo externo que ambos reciben. La RSF de mercenarios rusos de la antigua Wagner, de los Emiratos Árabes Unidos, que envían ayuda a través de la República Centroafricana, Chad y la Cirenaica libia. El ejército regular cuenta con el apoyo de Egipto, Turquía e Irán (recientemente se han utilizado drones iraníes para golpear a las RSF), mientras que las fuerzas especiales ucranianas publican ocasionalmente vídeos en los que se les ve golpear a mercenarios rusos que apoyan a las RSF.
En el escenario bélico sudanés, en medio de una tragedia humanitaria sin fin, se están creando extrañas combinaciones.
Crédito de la nota: Agencia Fides.