En el campo de refugiados de Abu Shouk, en Darfur, la gente muere de hambre: más de 60 víctimas a la semana, agravada por el asedio de las Fuerzas de Seguridad Revolucionarias (RSF), que bloquea la ayuda. Casi 25 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en este país africano, y la guerra ya ha causado más de 40 mil muertes y millones de desplazados.
El hambre en Sudán se refleja en los niños, mujeres y ancianos que mueren a diario en los campos de refugiados de Darfur, a menudo en silencio. Ese silencio se rompió parcialmente con el trágico informe de los servicios de emergencia del campo de refugiados de Abu Shouk, en las afueras de El Fasher, capital de Darfur del Norte: más de 60 muertos en una sola semana por hambre y desnutrición.
«La crisis ha superado la fase de alerta y se ha convertido en una auténtica tragedia humanitaria», denuncia el portavoz del campamento, Mohamed Adam, quien describe los cuerpos esqueléticos y la pérdida de peso extrema como parte de la vida cotidiana. Las muertes semanales han aumentado de cuatro el mes pasado a sesenta, afectando especialmente a los más vulnerables. La hambruna se ve agravada por el aumento de los precios de los alimentos: un saco de harina de 50 kilogramos cuesta actualmente 11 millones de libras sudanesas, el equivalente a 3 mil 700 dólares.
La población desplazada no tiene acceso a alimentos ni medicamentos. Los comedores comunitarios, que antes proporcionaban a los refugiados comidas mínimas, han cerrado por falta de recursos. Todo esto ocurre bajo el asedio de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), que han rodeado El Fasher, bloqueando el acceso a la ayuda humanitaria. La ONU ha confirmado la magnitud de la crisis: según sus últimos datos, casi 25 millones de personas en Sudán sufren inseguridad alimentaria grave y aproximadamente 9 millones padecen hambre catastrófica.
El hambre se agrava con la violencia: hace unos días, las Fuerzas de Resistencia Sudanesa (FRS) atacaron directamente el campamento de Abu Shouk, matando al menos a 40 personas e hiriendo a 19, y sembrando el pánico entre las 450 mil personas desplazadas que viven en condiciones precarias. Los Comités de Resistencia de El Fasher, un grupo activista local, confirmaron los ataques, describiéndolos como «horribles violaciones cometidas contra personas inocentes e indefensas». La guerra, que estalló en abril de 2023, ha causado hasta la fecha más de 40 mil muertes, desplazado a más de 13 millones de personas y convertido al país africano en el peor escenario humanitario actual. Los combates entre el ejército sudanés y las FRS ya no se limitan a las ciudades: están devastando aldeas, campos, hospitales y escuelas, e impidiendo todas las labores de socorro.
Hoy, en este país del este de África, el hambre y la violencia se entrelazan en una sola injusticia, mientras la comunidad internacional está llamada a responder de forma concreta y urgente con ayuda. La guerra continúa sin tregua, pero en medio de todo ello, se encuentran las vidas destrozadas de civiles que no luchan, sino que mueren.

Crédito de la nota: ONU y Vatican News