«¡Bienaventurados los que trabajan por la paz! Es una gran alegría encontrarme con ustedes y visitar esta tierra en la que “paz” es mucho más que una palabra». Con estas palabras el Papa León se ha dirigido a los líderes políticos y religiosos reunidos en el Palacio presidencial, en la primera etapa crucial de su viaje apostólico iniciado hoy en Líbano, domingo 30 de noviembre. « Aquí la paz es un deseo y una vocación, es un don y una obra en constante construcción», ha proseguido el Papa, recibido en la entrada del Palacio por una coreografía de luces y sonidos en la que los símbolos libaneses se han mezclado con los de la paz, mientras un grupo de bailarines ha realizado el dabke, danza folclórica libanesa, bajo una intensa lluvia.
Aunque la jornada era inicialmente lluviosa, el cielo de Beirut se ha abierto poco antes del aterrizaje del vuelo papal procedente de Estambul en suelo libanés, a las 15:34.
Dos niños, Celine y Tony – antiguos pacientes del Children Cancer Center – han sido quienes han recibido primero al esperado huésped: Celine con un ramo de flores y Tony con pan entre las manos. Un poco más adelante, a lo largo del boulevard dedicado a Imad Mughnieh, figura clave del partido Hezbolá, asesinado en Siria en 2008, miles de scouts de la asociación musulmana “Imam Mahdi” han esperado al Papa León. Han organizado campañas de limpieza a lo largo de la avenida y preparado pancartas de bienvenida respondiendo a la invitación de la Iglesia católica a participar en la acogida al Papa.
A lo largo de las calles desde el aeropuerto internacional Rafik Hariri hasta el Palacio presidencial de Baabda, los libaneses se han reunido para saludar a quien han definido “el mensajero de la paz”. Una paz desesperadamente deseada, en un clima marcado por presagios que anuncian y amenazan una nueva guerra tras la partida del Obispo de Roma, como ocurrió después del breve paso de Pablo VI por el Líbano y de la visita apostólica de Juan Pablo II.
En la tierra de la Cananea.
Cuando el papa-móvil llegó al Palacio presidencial, la lluvia volvió a caer con fuerza, fenómeno que la cultura libanesa reconoce como un signo propicio, presagio de abundancia.
El presidente libanés Joseph Aoun, en el discurso dirigido al Papa ante la audiencia de autoridades civiles y religiosas, representantes de la sociedad civil y miembros del Cuerpo diplomático, ha presentado el Líbano como la tierra de la Cananea, la mujer a quien Jesús cura a la hija reconociendo su gran fe. «Si los cristianos desaparecieran del Líbano», ha dicho el Jefe de Estado, «el equilibrio mismo se derrumbaría, así como la justicia. Si los musulmanes cayeran, el equilibrio se rompería, así como la moderación». Aoun ha pedido además al Papa que testificara que el Líbano seguirá siendo «el único lugar de encuentro, en nuestra región – y me atrevo a decir en el mundo entero – donde una asamblea como ésta puede reunirse en torno al Sucesor de Pedro, representando juntos a todos los hijos de Abraham en la diversidad de sus creencias y pertenencias».
La “obra en constante construcción” de la paz.
El Papa Prevost, en su discurso pronunciado en inglés, tras señalar la paz como una «obra en constante construcción» en tierra libanesa, ha ofrecido pistas para reflexionar sobre «lo que significa ser artífices de la paz» en el País de los Cedros, «en circunstancias muy complejas, conflictivas e inciertas».
El Papa ha invitado a todos a poner la mirada en «una cualidad que distingue a los libaneses: ustedes son un pueblo», ha subrayado el Pontífice, «que no se rinde, sino que, ante las pruebas, siempre sabe renacer con valentía. Su resiliencia es una característica imprescindible de los auténticos constructores de paz: la obra de la paz, en efecto, es un continuo recomenzar». Y «el compromiso y el amor por la paz no conocen el miedo ante las aparentes derrotas, no se dejan doblegar por las decepciones, sino que saben ver más allá, acogiendo y abrazando con esperanza todas las realidades».
Las heridas que sanar y la huida de los jóvenes.
El Papa León XIV ha invitado a los libaneses a buscar en su propia historia los caminos para salir de las nuevas crisis que asedian el País de los Cedros: «Pregúntense de dónde viene la gran fortaleza que nunca ha dejado a su pueblo abatido, sin esperanza». Una energía – ha añadido el Pontífice – que debe canalizarse en la búsqueda de vías de reconciliación, para sanar «heridas personales y colectivas que requieren largos años, a veces generaciones enteras para poder sanar», para no quedar «estancado, prisionero cada uno de su dolor y de sus razones».
Además, el Obispo de Roma ha trazado una «tercera característica de los constructores de paz: Se atreven a quedarse, incluso cuando ello supone un sacrificio». Hay situaciones – ha reconocido el Papa León, aludiendo explícitamente a la hemorragia de jóvenes libaneses que abandonan su país natal – en las que «es más fácil huir o, simplemente, resulta más conveniente irse a otro lugar. Se necesita mucho valor y visión de futuro para quedarse o volver al propio país, considerando dignas de amor y dedicación incluso condiciones bastante difíciles». Pero «permanecer» y «colaborar día a día al desarrollo de la civilización del amor y de la paz sigue siendo algo muy loable».
En la parte final de su discurso, el Pontífice ha exhortado a los libaneses a valorar otra «característica preciosa» de su tradición milenaria. «Son un pueblo que ama la música, la cual, en los días de fiesta, se convierte en danza, lenguaje de alegría y comunión. Este rasgo de su cultura nos ayuda a comprender que la paz no es sólo el resultado de un compromiso humano, por necesario que sea: la paz es un don que viene de Dios y que, ante todo, habita en nuestro corazón. Es como un movimiento interior que se derrama hacia el exterior, permitiendo que nos dejemos guiar por una melodía más grande que nosotros mismos, la del amor divino. Quien baila avanza con ligereza, sin pisar la tierra, armonizando sus pasos con los de los demás. Así es la paz: un camino movido por el Espíritu, que dispone al corazón a escuchar y lo hace más atento y respetuoso hacia el otro».
(Pascale Rizk, Agencia Fides)
Foto: Vaticannews
