Francisco pide oración por su peregrinación a Chipre y Grecia, que comenzará mañana, 2 de diciembre, y culminará el próximo lunes 6. Al final de la audiencia general, el Pontífice compartió con los fieles y peregrinos presentes en el Aula Pablo VI las perspectivas y esperanzas de este 35º viaje internacional que le llevará a visitar Nicosia, Atenas y Lesbos.
«Mañana iré a Chipre y luego a Grecia para visitar a los queridos pueblos de esos países ricos en historia, espiritualidad y civilización. Será un viaje a las fuentes de la fe apostólica y de la fraternidad entre cristianos de diversas confesiones».
La carne herida de tantos migrantes
«También tendré la oportunidad de acercarme a una humanidad herida en la carne de tantos migrantes en busca de esperanza», anunció Francisco en referencia a la visita al Centro de Acogida e Identificación de Mitilene, lo que supone la segunda parada -tras la realizada en abril de 2016- en un campo de refugiados de la isla griega, epicentro del drama migratorio que arrasa y desgarra a Europa. «Les pido que me acompañen con sus oraciones», pidió el Santo Padre.
Peregrinación a las fuentes de la fraternidad y la humanidad
En su videomensaje a los pueblos griego y chipriota del pasado 27 de noviembre, Francisco también pidió que se le acompañara con una oración colectiva en esta «peregrinación a las fuentes» de la fraternidad, de las raíces europeas y de la humanidad. «Iré de nuevo a Lesbos, con la convicción de que las fuentes de la vida en común sólo volverán a florecer en la fraternidad y la integración: juntos. No hay otro camino, y con esta “ilusión” voy hacia ustedes», dijo.
Ecumenismo, comunión, humanidad
Al presentar el viaje apostólico ayer en la Oficina de Prensa del Vaticano, el jefe de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni, indicó las dos direcciones importantes en las que se moverá toda la visita papal. Por un lado, el diálogo ecuménico en los países donde las comunidades católicas son minoritarias frente a la mayoría ortodoxa y, por tanto, la comunión de las Iglesias que viven en lugares simbólicos para el mundo occidental. Por otro, el abrazo de personas cuyas vidas representan «la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial», la de la migración.
En 2016, pero de manera diferente, el Papa pudo llevar ayuda concreta a estas personas: hace cinco años, se recordará, algunas familias de refugiados subieron al avión papal para ser llevadas a Roma y comenzar una nueva vida. Esta vez, también a causa de una normativa más estricta y de las restricciones de Covid-19, se están estudiando corredores humanitarios, pero después de la visita del Papa, para llevar a Italia a algunos refugiados que serán redistribuidos en Europa. Como dijo Bruni, la visita del Obispo de Roma también incluirá una referencia a la «herida abierta» de la división de Chipre, con la esperanza de la reunificación.
Crédito de la nota: Vatican News.