«¿Por qué estos ataques violentos? ¿Por qué quemaron la iglesia de Chipene?» son algunas de las preguntas que se hacen los habitantes y exponentes de la Iglesia local mozambiqueña sobre la escalada de violencia que se está produciendo en todo el país desde principios de septiembre.
«Un primer ataque se registró a principios de septiembre en un pueblo de Odinepa, donde fueron destruidas escuelas, centros de salud y diversas infraestructuras. Una semana después fue atacado Chipene».
Así lo dijo Mons. Ignacio Lucas, Obispo de Guruè, en una entrevista concedida con motivo del Seminario de formación para nuevos Obispos de los territorios de primera evangelización. Oriundo de Chipene, diócesis de Nacala, donde se encuentra la parroquia en la que fue brutalmente asesinada la comboniana María De Coppi, Mons. Lucas ha explicado que conocía muy bien tanto a los misioneros salesianos como a las hermanas combonianas presentes en la zona.
«El día del ataque a la misión fui informado inmediatamente. Hubo una gran confusión de noticias hasta la confirmación de la iglesia quemada y la muerte de la hermana María». «También he sabido por el sacerdote presente en Chipene que la gente está volviendo a sus casas aunque el miedo permanece».
En Guruè hay 25 parroquias con un total de 53 sacerdotes diocesanos y religiosos, y 60 religiosas. «Hay una presencia cristiana muy fuerte en mi diócesis. Actualmente contamos con mil 200 catequistas que participan en la formación pastoral de la población. Es un país joven, con una edad media de 17 años. Tenemos un jardín de infancia y una escuela primaria. El nivel de analfabetismo es muy alto, no hay fábricas ni industrias y las únicas actividades laborales posibles se encuentran en la agricultura».
Al presentar la diócesis en la que está incardinado, el obispo habla de los cuatro pilares de la asamblea diocesana celebrada en enero de 2022. «Empezamos abordando el tema de la formación de las comunidades cristianas; el acompañamiento de los jóvenes que se enfrentan a un nivel muy alto de desempleo; el acompañamiento de los grupos y movimientos eclesiales que nos ayudan a los sacerdotes en la asistencia a las cárceles, a los enfermos, a los solitarios y a los enfermos. Un último punto en el que nos detuvimos fue el apoyo a las parroquias locales. Queremos y nos aseguramos de que los fieles sientan que la Iglesia es suya».
Crédito de la nota: Agencia Fides.