El grupo M23 declara una tregua y afirma que no tiene intención de conquistar Bukavu. Todo dependerá de la reunión entre los presidentes de República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, prevista para el sábado. Las razones del acuerdo y el llamamiento de la conferencia episcopal congoleña contra «una guerra de más».
Hay al menos tres mensajes de esperanza con los que se ha despertado hoy la RDC. El primero es el alto el fuego anunciado, tras más de una semana de enfrentamientos y al menos 900 muertos, por el grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, para permitir la llegada de ayuda humanitaria. Después, en una nota difundida durante la noche, el M23 aclaró que «no tiene intención de tomar el control de Bukavu ni de otras localidades», alejando así la hipótesis de una ampliación del conflicto, pronosticada por muchos a la luz del avance de los últimos días en el sur de Kivu. Por último, el destello diplomático: el anuncio sobre el alto el fuego se produjo poco después del de la participación del presidente congoleño, Félix Tshisekedi, y del presidente ruandés, Paul Kagame, en la cumbre regional conjunta de la Comunidad de Estados de África Oriental y de la Comunidad de Desarrollo de África Austral, que se celebrará el sábado en Tanzania.
La voz de la comunidad católica
«La ciudad está en calma pero la población sigue teniendo miedo de salir de sus casas porque la seguridad no está completamente garantizada», así ha comentado la noticia de la tregua el obispo de Goma, Willy Ngumbi Ngengele, en declaraciones a la agencia Fides. «La situación más grave es la de los hospitales que reciben un gran número de heridos y se encuentran en dificultades debido a la falta de medicamentos y equipos», añadió. Ya ayer, la Conferencia Episcopal Nacional del Congo había dirigido un mensaje de compasión y solidaridad a las poblaciones de las provincias del Norte y del Sur-Kivu, expresando su cercanía espiritual «a favor del Pacto Social por la paz y la coexistencia pacífica en la RDC y los Grandes Lagos». Además, según el comunicado de los obispos, «aprovechamos esta ocasión para transmitir nuestro más sentido pésame cristiano a todas las familias que han perdido a sus seres queridos en esta guerra de demasiados y para expresar nuestra compasión a todos los que sufren a causa de estos trágicos acontecimientos».
Todo dependerá de la reunión del sábado entre Tshisekedi y Kagame. En medio de escuelas cerradas, hospitales abarrotados y la supresión de los campos de refugiados donde viven más de un millón de personas, mientras tanto, desde las afueras de Goma, dos monjas contactadas por los medios vaticanos cuentan que «la situación se ha calmado pero en nuestra parroquia hay muchos refugiados, sobre todo mujeres y niños. Estuvimos dos días sin comer. Sólo llevábamos 25 sacos de arroz. Un depósito de agua de 15 metros cúbicos costaba 50 dólares, pero no duró ni dos días. La electricidad va y viene, es difícil comunicarse con el mundo exterior». Historias de una vida cotidiana dramática que sólo invocan una necesidad: darse prisa.
Crédito de la nota: Vatican News