Después de tres años de restricciones debido a la pandemia de Covid-19, la tradicional procesión de la capital filipina se reanuda este año atrayendo a cientos de miles de devotos.
Se calcula que dos millones de personas acudieron el martes 9 de enero a la procesión anual del Nazareno Negro en Manila, una de las mayores muestras de devoción religiosa católica en Filipinas.
Cada año, el 9 de enero, la estatua de tamaño natural que representa a Jesús doblado bajo el peso de la Cruz, es trasladada en un desfile por la capital filipina desde su emplazamiento original, la iglesia de San Nicola da Tolentino, hasta la parroquia de Quiapo, concluyendo así una novena iniciada el 31 de diciembre.
Esta es la primera vez que la tradicional procesión se celebra desde 2020, después de que el Covid-19 obligara a las autoridades a reducir drásticamente el evento.
La devoción filipina al Nazareno Negro
La estatua fue traída a Manila por un sacerdote agustino español en 1607 a bordo de un barco procedente de México. La tradición dice que la nave se incendió durante el viaje, pero el icono escapó milagrosamente del fuego volviéndose negro.
La procesión conmemora su primer traslado, que tuvo lugar el 9 de enero de 1767. Durante la marcha de 7 kilómetros, que dura varias horas, los fieles acuden en masa para tocar o besar la estatua, a la que se atribuyen poderes curativos milagrosos y que les traerá buena suerte a ellos y a sus seres queridos.
La agencia UCA News informó que este año, por primera vez, el icono se ha colocado en una vitrina y se ha prohibido a los participantes subir a la carroza, aunque algunos hicieron caso omiso de la prohibición.
El padre Hans Magdurulang, portavoz de la edición 2024 del Nazareno Negro, declaró a la agencia Asia News que desde primera hora de la mañana ya había más de 1,3 millones de fieles, la mayoría de ellos «descalzos».
Medidas de seguridad
Las autoridades no informaron de ninguna amenaza concreta contra la procesión, pero tomaron la precaución de bloquear las señales de telefonía móvil para impedir la detonación a distancia de artefactos explosivos, e impusieron una zona de exclusión aérea y náutica cerca del recorrido.
Los puestos de primeros auxilios se alinearon en las calles el martes para atender a las personas que sufrieran golpes de calor, abrasiones u otros problemas médicos durante la procesión, que en años anteriores ha tardado hasta 22 horas en terminar debido a la enorme afluencia de público.
Dori Hael Márquez, madre de dos niños pequeños, dijo que es «devota» del Nazareno Negro «desde hace décadas». Luzviminda Parada, empleada del sector privado, añadió: «En medio de un vibrante mar de devotos, la Fiesta del Nazareno Negro se despliega como una poderosa celebración de la fe, la unidad y el espíritu perdurable que nos une en este viaje sagrado».
Crédito de la nota: Vatican News.