P. Vignandel: El mártir no es un héroe, es uno que acepta dar testimonio

P. Vignandel: El mártir no es un héroe, es uno que acepta dar testimonio

El sacerdote friulano recuerda la historia de sor María De Coppi, la comboniana que murió en el atentado terrorista de Chipene, Mozambique, la noche del 6 al 7 de septiembre de 2022. Él y otro religioso lograron salvarse. En el día en que se constituye la Comisión de los Nuevos Mártires, a instancias del Papa, con vistas al Jubileo 2025, el padre Loris subraya el significado y el legado de una vida gastada hasta el final escuchando las dificultades de la gente.

Mozambique, septiembre de 2022. Don Loris estaba seguro de que lo matarían. Durante el asalto armado, rezó el rosario y lanzó un mensaje en las redes sociales en el que pedía perdón por sus «faltas». Mientras tanto, los terroristas incendiaron la iglesia y la rectoría. Él y su compañero de misión, Don Lorenzo Barro, de Portogruaro, se salvaron. La hermana María De Coppi, no.

Sor María, a la escucha de la gente, hasta el martirio

En el día en que el papa Francisco creó una Comisión para elaborar un catálogo de todos los que han derramado su sangre por confesar a Cristo en el último cuarto de siglo, Vatican News conversó con el padre Loris Vignandel, de Friuli, que hace un año estuvo en el país africano donde la noche del 6 al 7 de septiembre cayó víctima de un atentado terrorista la hermana María De Coppi, una comboniana de origen veneciano que llevaba sesenta años de misionera en Mozambique. La religiosa sirvió en Nampula y durante varias décadas atravesó la colonización, la guerra y el terrorismo. Su vida estuvo unida a las alegrías y las penas de la población. Fue asesinada a tiros en Chipene.

Sólo en el don uno recibe su vida

Existe el martirio sangriento, el que sufrió la hermana María en esta tierra, pero existe también otro tipo de martirio, el del testimonio cotidiano: el de escuchar a la gente, el de ponerse a disposición de las dificultades de las familias. Es la otra cara de la moneda de la que también estaba impregnada la vida de la hermana María. Aunque en los últimos tiempos ya no podía leer porque apenas veía, no escatimaba en hacerse cercana. Escuchaba durante horas y horas, sin esperar nada. Porque lo importante es entregarse. Este es el legado más hermoso de la monja, para el padre Loris, convencido de que «sólo dando se recibe la vida».

En el ADN de todos está la ofrenda de la propia vida

«La ofrenda de la propia vida es algo esencial en el ADN de los hombres y mujeres de todos los tiempos», observa el padre Loris. «Cada uno de nosotros se realiza en la medida en que decide entregar su vida. Me gusta este subrayado del Papa -confiesa- que está atento a la transmisión no sólo de la fe, sino también de la sabiduría de tantos ancianos que pueden ayudar a las nuevas generaciones en el crecimiento de sus propios valores y conciencia». El padre Loris recuerda su estancia en Mozambique, donde «cuanto más te acercabas a la costa, más te encontrabas con musulmanes. Tienes que relacionarte con personas que tienen una fe diferente, pero en tu ADN tienes los mismos sueños, las mismas preocupaciones, las mismas esperanzas que tienen que ver con la vida de tus familiares, de tus vecinos, de la gente a la que quieres. Desde este punto de vista, pensando en Sor María, pienso en la voluntad de servir al hombre y a la mujer que se sientan a tu lado».

El martirio de la vida cotidiana

Es la dimensión del martirio que se basa en la creencia en una fraternidad que va más allá de toda pertenencia. «Es el discurso de la semilla que muere», explica. Sólo con esta postura espiritual se es capaz de afrontar el miedo más allá de la ubicación física. Al fin y al cabo, concluye, «incluso en estas tierras nuestras hay quien experimenta el martirio porque decide vivir cristianamente su fe y enseñar a sus hijos que eso es posible; mártires son también quienes intentan llegar a fin de mes con dignidad, mártires son quienes pierden su trabajo y consiguen afrontar la vida con una sonrisa».

Crédito de la nota: Vatican News.