Mientras los combates arrecian sobre el terreno, la Iglesia sudanesa intenta mantener su actividad pastoral y concentrar sus esfuerzos de asistencia en las zonas donde se refugian los más de 5 millones de desplazados que huyen de la guerra civil.
El llamamiento del papa Francisco a no olvidar Sudán «que tanto sufre», pronunciado el pasado 15 de noviembre al final de la audiencia general, reaviva los focos sobre el país africano, afligido por una guerra civil que comenzó el pasado 15 de abril y que hasta ahora ha cobrado más de 9 mil víctimas, cerca de 5 millones de desplazados internos y más de un millón de personas que han huido a países vecinos como Chad, Egipto, Sudán del Sur, Etiopía y la República Centroafricana.
Partes en conflicto
Enfrentados en distintas regiones del país y en la capital, Jartum, están el ejército regular sudanés del general Abdel Fattah al-Burhan y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), dirigidas por su rival Mohammed Hamdan Dagalo. La situación empeora cada semana y los enfrentamientos son especialmente sangrientos en la región de Darfur, donde las fuerzas rebeldes controlan amplias zonas. La guerra llegó después de que el proceso de transición democrática se viera interrumpido por un golpe militar en octubre de 2021 que derrocó a un gobierno de transición.
ONU: situación horrenda
«Avanzamos hacia el mal absoluto», explicaba la semana pasada Clementine Nkweta-Salami, coordinadora de la ONU para la emergencia humanitaria en Sudán, en un informe a la sede de Naciones Unidas, en el que describía lo que está ocurriendo en el país africano. «La intensificación de los enfrentamientos entre el ejército y los grupos paramilitares ha dado lugar a una ‘situación horrenda’, especialmente en Darfur», afirmó.
«Nos faltan las palabras, realmente, para poder describir los horrores», subrayó el representante de la ONU, que habló de «atrocidades, violaciones, desapariciones, graves violaciones de los derechos humanos y de los niños». Según el comunicado, estamos en presencia de una «escalada de la violencia en Darfur sobre una base étnica», haciéndose eco de las palabras del Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi, que en una nota hablaba de «dinámicas similares» al genocidio que tuvo lugar en 2000. ACNUR informa de que 800 personas han sido asesinadas por bandas armadas en Darfur Occidental en los últimos días, mientras que otras 8 mil han huido al vecino Chad.
Misionero comboniano: población que huye de los combates
En este contexto, la Iglesia local se ha visto afectada por la violencia y la destrucción; las bombas han alcanzado iglesias y misiones en varias ciudades y parte del clero se ha visto obligado a desplazarse y ahora asiste a refugiados y desplazados en lugares a los que han huido, como Port Sudan. Vatican News contactó por teléfono a un comboniano que trabaja en la región y que, por razones de seguridad, habla bajo condición de anonimato sobre la situación en Sudán.
«Hay dos tipos de situaciones sobre el terreno, los lugares donde se están produciendo combates y aquellos a los que huyen los desplazados», aclara inmediatamente el sacerdote comboniano, que explica que los enfrentamientos armados tienen lugar principalmente en la capital, Jartum, en la región circundante y en la región occidental de Darfur, y en particular en la ciudad de Al-Fashir, porque casi todas las demás localidades principales de Darfur han sido conquistadas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FPR). El clérigo también habla de enfrentamientos en el sur, en la ciudad de El-Odeid, donde hay una comunidad de combonianos. «El centro urbano está controlado por las fuerzas gubernamentales y en las afueras hay rebeldes que intentan apoderarse de la ciudad», precisa el misionero.
Los desplazados agravan la emergencia humanitaria
A continuación, se detiene en las «zonas que no son escenario de enfrentamientos pero sufren desplazamientos, sin tener capacidad para gestionarlos», refiriéndose a las ciudades de Port Sudan, en el Mar Rojo, y Madani, al sur de la capital. «En estas ciudades, las condiciones sanitarias son muy duras», añade el comboniano, «también porque los hospitales del gobierno trabajan al mínimo, ya que el personal médico no cobra regularmente y los suministros no son suficientes para tratar a los pacientes».
Según el clérigo, los servicios esenciales están en riesgo en todo el país a causa de los combates, pero la emergencia humanitaria también está presente donde no hay combates porque muchas familias están acogiendo a parientes que han huido de las zonas de guerra y la población prácticamente se ha duplicado en estas localidades. «Los que tienen familiares en zonas seguras les están pidiendo cobijo», prosigue, «otros que no los tienen están ocupando escuelas o instalaciones públicas, por lo que ocurre que incluso en muchas zonas donde la guerra no ha llegado, el curso escolar no ha podido comenzar por culpa de los desplazados».
Las actividades de la Iglesia en medio de complicaciones de todo tipo
El comboniano confirma la presencia y la actividad de la Iglesia a pesar de la guerra. «En Jartum hay una parroquia que sigue prestando servicio en Omdurman, con comuniones, bodas, catequesis», continúa, «luego en la capital hay una casa salesiana que fue bombardeada hace quince días, pero los misioneros siguen prestando asistencia a más de un centenar de personas que se han refugiado en el patio de la estructura. Luego los combonianos tenemos comunidades en lugares donde llegan miles de personas, como Port Sudan y Kosti, esta última en el sur del país y encrucijada de los refugiados que intentan llegar a Sudán del Sur».
El misionero explica que las actividades pastorales continúan cuando no hay enfrentamientos, mientras que se han iniciado cursos online para los estudiantes de la Universidad Comboniana de Jartum. «Ahora tenemos a nuestros estudiantes y también profesores en campos de refugiados o dispersos fuera de Sudán, con los cursos en línea intentamos dar un poco de esperanza». Por último, el misionero relanza el llamamiento del Papa a no olvidar el conflicto sudanés: «Desde que estalló la guerra en Oriente Medio, los medios de comunicación internacionales ya no hablan de Sudán, pero la guerra sigue matando y el velo de silencio que ha caído sobre este país no hace más que perpetuar la dinámica destructiva en curso. Pido que no olvidemos y que llamemos a la puerta de quienes tienen las llaves de este conflicto», concluyó.
Crédito de la nota: Vatican News.