La guerra en Sudán ha sacudido el país hasta sus cimientos, provocando una crisis humanitaria de gran alcance. La Misión de las Naciones Unidas en el país (UNMISS) habla de al menos 739 muertos entre enero y marzo, 679 heridos y 149 secuestrados. En la actualidad, 30,4 millones de personas, más de la mitad de la población, necesitan ayuda humanitaria, pero el sistema sanitario está colapsado: al menos uno de cada tres hospitales ya no funciona.
La guerra civil entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido, que estalló en abril del 2023, ha obligado a unas catorce millones de personas a abandonar sus hogares. Según la ONU, más de treinta millones de sudaneses necesitan ayuda humanitaria urgente.
En Darfur, el conflicto ha tenido consecuencias especialmente devastadoras. Y los niños se encuentran entre las víctimas más vulnerables, expuestos a traumas, abusos y separación familiar.
Una infancia «robada» por el terror
Los testimonios recogidos por Save the Children en las regiones más afectadas de Darfur son desgarradores. Cada historia habla de niños que han visto su mundo destrozado bajo los golpes de los grupos armados, obligados a huir, a abandonar sus hogares para salvarse de una muerte inminente. Niños que han presenciado, petrificados, ejecuciones públicas, que han visto los cadáveres de sus vecinos en las calles, y que han sido testigos de cómo la muerte avanzaba sin piedad.
El campo de refugiados de Zamzam, uno de los mayores del país, quedó devastado. Allí vivían más de quinientas mil personas, entre ellas más de doscientas sesenta mil niños. Pero la primavera pasada, una nueva ola de violencia afectó directamente al campo de Zamzam y obligó a casi toda la población a huir a Tawila, donde la esperanza de encontrar un refugio seguro se convirtió en otra ilusión. Las condiciones en los campos nunca han mejorado, el sufrimiento sigue aumentando.
Niñas, víctimas de una guerra inhumana
Si la guerra siempre ha sido una violencia cruel, en Darfur ha adquirido una dimensión aún más devastadora para las niñas. La violencia sexual se ha utilizado como herramienta de opresión, como arma que quiebra el alma y la dignidad. Los niños son las víctimas más vulnerables y su sufrimiento es a menudo invisible, oculto en las sombras del dolor.
Más de la mitad de las niñas entrevistadas por Save the Children, el 53% con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, contaron haber sufrido abusos sexuales mientras intentaban sobrevivir. Caminando kilómetros en busca de agua o un lugar seguro, estas niñas se encontraron atrapadas en una pesadilla sin fin. Cada paso que dan las expone aún más al riesgo de violencia, abusos y humillaciones.
Separación de las familias
El dolor de estos niños no es sólo físico, sino también emocional. Muchos se han quedado huérfanos en un instante, al ver a sus familias destruidas por el conflicto. Algunos han perdido a sus madres, golpeadas por el hambre, la enfermedad o la violencia; otros han visto morir a sus padres bajo los golpes de los soldados.
Otros fueron separados de sus seres queridos mientras huían, obligados a vagar sin rumbo, sin saber si volverían a ver el rostro de uno de sus padres. Es el caso de un niño de 12 años, uno de los muchos huérfanos del conflicto: durante el ataque al campo de Zamzam, intentó en vano ponerse a salvo, pero su familia se dispersó. Huyó con la esperanza de encontrar a sus padres, pero su búsqueda resultó inútil. Al llegar a Tawila, sólo encontró el vacío. Un niño que se encontraba solo, sin su familia, sin certezas ni futuro.
Crédito de la nota: Vatican News.