En Sudán, casi nueve de cada diez mujeres son sometidas a la mutilación genital femenina (MGF), a pesar de que desde julio de 2020 está en vigor una ley que penaliza esta práctica. En el país, además de la violencia, el abuso y la explotación, un tercio de las niñas de entre 0 y 14 años han sido sometidas a la MGF.
Según un reciente informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el fenómeno, que viola los derechos fundamentales de millones de seres humanos en todo el mundo, está reconocido como delito tras la modificación del artículo 141 del Código Penal. Y es precisamente en el país africano donde se empiezan a ver avances, con más de mil 300 comunidades de todo Sudán que han declarado públicamente el fin de la práctica de la mutilación genital femenina.
Además, según el Informe 2018 del Simple Spatial Survey Method in Sudan, se ha producido una disminución de la prevalencia de la MGF del 89% en 2010 al 83,9% en 2018. El organismo impulsor del estudio señala que, gracias al apoyo al diálogo comunitario, los servicios de movilización social y la promoción de la incidencia política, más de 200 comunidades de 20 localidades se han comprometido a abandonar la MGF.
La Organización Mundial de la Salud calcula que hay más de 200 millones de mujeres que han sufrido mutilación genital en los países donde se concentra la práctica, y unos 3 millones de niñas corren el riesgo de sufrirla cada año, la mayoría antes de los 15 años. La práctica prevalece principalmente en unos 30 países de África y Oriente Medio, pero también entre algunas comunidades de Asia y América Latina.
#mutilaciongenitalG51
— International Tweet Week (@InternTweetWeek) September 24, 2021
A pesar de lo que se cree, no está relegada al continente africano; la @ONU_es estima que la MGF se practica en 30 países de África y de Medio Oriente y Asia 🌍
📌 Pero también en comunidades de inmigrantes en Europa América, Australia y Nueva Zelanda pic.twitter.com/LghP9eQlNb
El hecho de que Sudán siga recibiendo refugiados de los vecinos Etiopía, Eritrea, Chad, República Centroafricana y Sudán del Sur, y en los últimos años también de Siria y Yemen, hace que la cuestión de la protección de la infancia sea cada vez más delicada. Las necesidades humanitarias siguen aumentando, alimentadas por diversos factores como la crisis económica, la inseguridad alimentaria, las inundaciones, las epidemias y la violencia entre comunidades. Y es también dentro de estas complejas emergencias donde la protección de los niños frente a la violencia, la explotación, el abuso y el abandono se ve desafiada una y otra vez.
Crédito de la nota: Agencia Fides.