Miles de personas de todo el mundo, afectadas por conflictos, epidemias, catástrofes naturales o excluidas de la atención sanitaria, reciben tratamiento. Médicos Sin Fronteras, asociación privada sin ánimo de lucro, acaba de cumplir 50 años y ofrece asistencia médica a personas en peligro y víctimas de catástrofes naturales o guerras en 88 países, independientemente de sus creencias étnicas, religiosas o políticas.
El año pasado empeñó a 65 mil trabajadores, realizó unas 10 millones de consultas externas y 112 mil visitas por Covid-19 e ingresó a 877 mil 300 pacientes. Esta organización sin ánimo de lucro, que cuenta con 23 oficinas nacionales principales y nueve organizaciones especializadas en la prestación de ayuda humanitaria, la investigación epidemiológica y médica, la recaudación de fondos, la gestión de instalaciones y la investigación humanitaria y de acción social, fue creada en Francia el 22 de diciembre de 1971 por un grupo de médicos y periodistas con el objetivo de prestar ayuda médica de emergencia de forma rápida, eficaz e imparcial. Involucraron a 300 voluntarios, entre médicos, enfermeras y demás personal, para salvar vidas, curar pero también informar y denunciar. Su objetivo primordial era proporcionar asistencia sanitaria a todo el mundo, sin distinción, con la convicción de que las necesidades médicas deben primar sobre el respeto a las fronteras nacionales.
Las misiones
A Médicos Sin Fronteras se les llama «50 años de humanidad» o el «medio siglo de acción médica y sanitaria» de su historia. La primera misión se remonta a 1972, en Nicaragua, donde un terremoto destruyó Managua, causando cinco mil muertos y 20 mil heridos, así como 250 mil personas sin hogar.
Recibió el Premio Nobel de la Paz
En las décadas siguientes, la asociación incrementó sus actividades; estuvo presente en Etiopía, para dar una respuesta médica a la hambruna, durante la guerra civil en Yugoslavia, en varios países africanos para combatir el VIH y la malaria, entre los migrantes acogidos en Lampedusa, en escenarios de guerras y conflictos, particularmente en Iraq, Afganistán y Sri Lanka, y luego de nuevo en Siria y Yemen. En 1999, Médicos Sin Fronteras recibió el Premio Nobel de la Paz «en reconocimiento a su labor humanitaria pionera en varios continentes» y empleó el dinero del galardón para crear un fondo para las enfermedades olvidadas y una campaña para derribar las barreras políticas y legales al acceso a los medicamentos.
El empeño por la pandemia de Covid-19
Médicos Sin Fronteras se sostiene gracias a las donaciones privadas –que financian alrededor del 90% de sus actividades– y de donaciones empresariales, lo que conduce a un presupuesto anual de unos mil 630 millones de dólares. La organización cuenta con equipos de profesionales sanitarios y personal logístico y administrativo de más de 160 países que creen en una serie de principios recogidos en la «Carta Magna» de la organización.
Sus principios
Los principios en los que se basa su trabajo son: la ética médica, la imparcialidad, la independencia, la neutralidad, el derecho a la asistencia humanitaria y la libertad para desempeñar sus funciones.
Mucha beneficencia para paliar la pandemia
En los dos últimos años, la pandemia de Covid-19 ha exigido mucho a la beneficencia, poniendo de manifiesto las debilidades de muchos sistemas sanitarios y agravando el sufrimiento de muchas personas en varios países.
Médicos Sin Fronteras ha tenido que suspender sus servicios en algunos lugares, pero el compromiso de sus trabajadores ha garantizado el acceso a la cirugía, la atención materno-infantil, las vacunas y el tratamiento de otras enfermedades infecciosas.
Las intervenciones más recientes de Médicos Sin Fronteras incluyen el tratamiento de 15 víctimas –en su mayoría niños– de un ataque aéreo en la gobernación de Idlib (Siria), la prestación de servicios médicos en Brasil a migrantes venezolanos y la colaboración con el Ministerio de Salud en la República Democrática del Congo, donde se declaró el decimotercer brote de ébola.
Crédito de la nota: Vatican News