Se cumple un año del asesinato de la comboniana María De Coppi en Mozambique

Se cumple un año del asesinato de la comboniana María De Coppi en Mozambique

La misión de Chipene, en el norte de Mozambique, fue atacada por un grupo armado en la región de Cabo Delgado. En el ataque perdió la vida la misionera comboniana que se había dedicado a llevar el Evangelio al país africano durante 60 años. Su sobrina, la hermana Gabriella Bottani: fue testigo hasta el final de un amor increíble por este pueblo y esta tierra.

El ataque en la noche, el sonido de los disparos y luego, el silencio. Hace un año, en la noche del 6 al 7 de septiembre de 2022, la misión comboniana de Chipene, en el norte de Mozambique, fue atacada e incendiada por un grupo armado activo en la región de Cabo Delgado. En el caos del ataque, un disparo mató a la hermana María De Coppi, de 84 años, 60 de los cuales dedicó al pueblo y a la tierra de Mozambique. 

El testimonio de la hermana Bottani

«Estaba al teléfono con ella cuando se produjo el ataque rebelde, así que fui yo quien dio la voz de alarma», recuerda a Vatican News la hermana Gabriella Bottani, misionera comboniana coordinadora de la red internacional contra la trata Talitha Kum y sobrina de sor María. «Oí disparos y luego silencio. Enseguida me di cuenta de que había ocurrido algo grave y de que, como no oía gemidos, sino otras voces, probablemente habían matado a mi tía. No podía ver, pero fui testigo auditivo de su martirio».

Una vida para Mozambique

Sor María llegó a Mozambique en 1963 a la misión de Mossuril, abierta nueve años antes, ocupándose de la educación primaria de las jóvenes musulmanas. En 1969 se trasladó a la misión de Alua, en el centro del país, dedicándose a la formación de catequistas e integrándose cada vez más con la población y sus costumbres. En 1973, la llegada a Chipene y, diez años más tarde, la guerra civil. A menudo fue testigo directo de tiroteos, arriesgando su vida, pero sin cuestionar nunca su lealtad a la misión.

La constancia de lo cotidiano

«Vivió 60 años en Mozambique», recuerda la hermana Bottani, «formaba parte de este pueblo, así que el suyo es un martirio que nace de la constancia de la vida cotidiana, del encuentro con el otro. Un amor que se construye. Un martirio que nace de quien se incomoda porque construye la paz, porque al fin y al cabo es lo que hizo mi tía durante tantos años y no sola. Lo construyó en comunidad junto con las hermanas, las religiosas, los sacerdotes diocesanos. Junto con la comunidad cristiana y la comunidad islámica. Era una mujer muy abierta, así que un martirio que se construye a través de las relaciones con los que son diferentes. Un martirio que lleva el testimonio de los que saben ir a contracorriente y realizar gestos sencillos y cotidianos de encuentro».

La oración de las combonianas

Las misioneras combonianas la recordaron con una oración dedicada a ella: «Fidelidad a Dios. Compartir con la gente. Hasta el don de la vida», en la que se alternaron lecturas bíblicas con pasajes de los escritos de la hermana María. «La recordaremos celebrando su vida y su testimonio», subraya además la hermana Bottani. «Creo que su vida, si no la hubieran matado, no se habría hecho visible, porque después de esta experiencia tan fuerte que tuvo a los años 80, cuando era provincial en Mozambique, su liderazgo pasó al fondo de la congregación y continuó su servicio entre la gente, de una manera muy escondida, muy reservada».

Un testimonio contra el racismo y la xenofobia

«Lo que queda -explica- es un profundo mensaje de paz y de una vida realizada y entregada por completo. Lo que me queda es este amor incondicional por Dios, por este pueblo y por la tierra de Mozambique. En su vida, pueblo y tierra se mezclaron casi como en la Creación. Esto sale a relucir en todos sus testimonios».

«Ella – continuó – siempre trajo un mensaje positivo de esperanza y de profundo respeto por el pueblo mozambiqueño y por los africanos en general y este es un mensaje, en mi opinión, de una belleza increíble y creo que es importante para nosotros hoy, en un contexto en el que también estamos mucho más marcados por las presiones xenófobas y racistas. Creo que esta visión contemplativa del otro y del diferente que mi tía trajo a mi vida y de la que fue testigo hasta el final, es un mensaje importante para todos nosotros».

Crédito de la nota: Vatican News.