Campamentos de refugiados sudaneses en Chad

Campamentos de refugiados sudaneses en Chad

Desde hace algunos meses, Cáritas del Vicariato Apostólico de Mongo, en el noreste de Chad, interviene en los campos de refugiados sudaneses que han podido llegar al país huyendo de una guerra fratricida en curso. El gobierno chadiano, desde el comienzo de esta crisis, ha seguido una política de apertura, de acoger a aproximadamente medio millón de refugiados que viven en esta zona semidesértica del país. Las razones de esta política de «puertas abiertas» son múltiples: cercanía étnico-religiosa (los sudaneses son todos musulmanes), vínculos familiares y por cuestiones económicas (las minas de oro y otros metales preciosos que son tentadoras para todos).

Estos campos de refugiados están situados en el territorio de la parroquia «Santa Teresa del Niño Jesús», confiada a los Misioneros Combonianos que, entre otras poblaciones dispersas por la zona, siguen a las pequeñas comunidades cristianas de dos ciudades al norte de la ciudad de Abéché. De una fase inicial de recepción y emergencia (proporcionándoles lo que necesitan para sobrevivir) –Cáritas y otras ONG’s internacionales que operan en la zona– pasamos a una de autosuficiencia y autodesarrollo, fomentando intervenciones para mejorar el pastoreo y agricultura.

En este sentido, quisiéramos informar lo siguiente:

Cáritas, como el resto de agentes presentes en la zona, ha favorecido un conjunto de iniciativas donde la población local (a menudo propietaria de las tierras donde se llevan a cabo las intervenciones) y grupos de mujeres sudanesas cultivan, siguen y cosechan juntos en parcelas transformadas en jardines –irrigados gracias a pozos utilizados para este fin, así como al consumo de agua potable por parte de la población local/refugiados– hortalizas, cebollas, tomates y una variedad de otros productos agrícolas destinados al consumo y mercado tanto local como comunitario, especialmente las cebollas.

La señora de la foto se llama Khaltouma Gibril, es una de las líderes de estos equipos mixtos, entre locales y refugiadas, que, gracias a su trabajo, han transformado estas parcelas estériles en verdes jardines productivos, tanto desde el punto de vista económico como el de salvaguardar la dignidad de las mujeres que participan en la gestión de los jardines. Khaltouma, como líder de uno de estos grupos, desempeña un papel de «puente», ya que, al conocer el idioma local y las costumbres sociales, le resulta fácil relacionarse con sus hermanas sudanesas.

Es una pequeña historia positiva en una situación muy difícil, humanamente hablando: entorno geográfico hostil, escasez de agua, pobreza generalizada de la población local. Es significativo que tanto Cáritas como las ONG’s presentes estén a favor de una serie de intervenciones conjuntas para la población local y los refugiados. La sinergia, así practicada, parece positiva, favoreciendo el conocimiento mutuo y la dignidad de las mujeres –a menudo marginadas o en peor situación– en un trabajo que literalmente da buenos frutos.

¿Cuánto tiempo continuará esto? ¿Cuánto tiempo permanecerán los refugiados sudaneses en esta zona del Chad? La historia nos dice que hasta que se den las condiciones para un regreso pacífico al país, estas personas permanecerán donde están.

Pequeño testimonio personal: en Abéché encontré a hijos y nietos de sudaneses que habían huido tras la guerra de los años 1990’s. Caritas está comprometida con este proceso de desarrollo y apoyo a las poblaciones locales/refugiados sudaneses: puede hacerlo gracias a la solidaridad del movimiento Caritas internacional. Khaltouma y sus hermanas sudanesas están ahí para testimoniar –con su trabajo duro– que es posible hacer florecer el desierto y la esperanza de una vida vivida con dignidad.

Hno. Enrico González, mccj

Crédito de la nota: Misioneros Combonianos